18 de noviembre de 2017

Mi ángel de la guarda

Esta semana me ha parecido que tenía ángel de la guarda. El miércoles tomé el metro hacia Bilbao.
Miré a mi alrededor y los 8 asientos estaban ocupados por mujeres. Recordé que hace años un veterano catedrático de Sociología, Jesús Arpal, me dijo que el universo del transporte público es mayoritariamente femenino.
Ese día, supimos que llegaba el invierno: hacía un frío de 3º y saqué el abrigo. Como el trayecto es de media hora, me lo quité. El abrigo, el bolso, el periódico... todo sobre las rodillas. La mujer de enfrente me avisó de que una de las mangas llegaba al suelo; se lo agradecí y me lo acomodé. "Todavía arrastra", me dijo otra. "Menos mal que tengo aquí un grupo de ayuda", les dije.
Ayer viernes, tenía que acudir a la primera sesión de rehabilitación de la rodilla (Me está dando la lata últimamente). Había calculado que llegaría muy bien en el autobús de las 8:30. Cuando me planté en la marquesina, estaba llena de chiquillos de algún colegio privado. Al verme consultar la aplicación y otear a lo lejos un autobús verde, la madre de dos de las criaturas me dijo: "El de Bizkaibus acaba de pasar".
-¿Sí?
-Ahora mismo.
Me quedé tan desorientada pensando que llegaría tarde a mi primera sesión que, sin pensarlo, me dirigí hacia el portal. El siguiente autobús es una hora después y para cuando llegara al metro ya me habría dado la hora de la cita. No sabía qué hacer.
La madre de la marquesina tenía su coche aparcado frente a mi casa. Al llegar, bajó la ventanilla y me dijo que me podía acercar a una estación de metro. En el breve trayecto, me explicó que andaba con prisa, porque tenía hora para la revisión del coche, que por eso había llevado a las niñas en él. "Si no, vamos andando".
Mi ángel de la guarda siempre es una mujer.
Y justo en este momento está sonando 'Early in the morning'. Te dejo con Eric Clapton.

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