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27 de diciembre de 2013

Pérez-Reverte comparte argumentos con Gallardón

Hace años, en una entrevista, Txaro Arteaga, la primera directora de Emakunde, me decía que lo que no entienden algunas personas es que la exclusión de la mujer de los alardes de Irún y Fuenterrabía tiene en su origen las mismas razones que la violencia contra las mujeres: "Es el mismo problema".
Me he acordado de esto al leer un artículo de Arturo Pérez-Reverte en XLSemanal. Me suelo asomar a lo que escribe. En este texto, del 22 de diciembre, está hablando de grafiteros, o como quiera que ellos se llamen a sí mismos. Y en un momento, escribe:
"Siempre bromeamos sobre los macarras de pastel y chulitos de discoteca; que no tienen media hostia, pero con los que las nenas se licuefactan, o se licuan, o como se diga. Qué sabrán ellas, le comento. Para leer biografías en la cara hay que tener unos años y ser lista, y ni todas tienen los años suficientes ni todas lo son".
Lo que me llama la atención no es  que diga que no todas las mujeres son listas ni tienen los años suficientes como para entender biografías. Son dos ideas tan triviales y ramplonas que se le pueden ocurrir hasta a un herri norte.
Lo que me sorprende es que sea capaz de escribir "Qué sabrán ellas". Es decir, que sabrán esas mujeres, a las que él llama nenas, sobre los hombres que les provocan emociones tan intensas que se licuan.
Sabemos muchas cosas de Pérez-Reverte, pero no sabíamos que además era él el expendedor del título 'Hombre merecedor de que una nena se licue".  Esto no es posmachismo, esto es machismo del de siempre. Esa idea de que las mujeres no saben lo que les conviene y eligen mal a los hombres es la misma que lleva a Gallardón a redactar una ley sobre en qué condiciones puede una mujer decidir que aborta.
Siempre que escribo sobre cosas que escribe este hombre llego a la misma idea: El potencial que tiene ese medio, que llega a miles y miles de personas, y hay que ver para qué mierdas lo utiliza.

Por cierto, académico, se dice licuar. Licuefactar no está registrado en el diccionario de su academia.

1 de diciembre de 2013

A este post puedo ponerle nombres de pila



He tropezado con esta canción de 'Los planetas' en un momento oportuno, porque hoy me llaman la atención algunas cosas que quizá en otro momento me habrían pasado inadvertidas. Las letras de las canciones expresan sentimientos reales, aunque ni el compositor de la letra, ni su intérprete, ni quienes después la corean los haya sentido.
Y los de esta canción son de hacérselos mirar.
Canta: "Empiezan los noticias. Es la hora del telediario y voy cambiando de canal y nadie dice nada. Lo que está claro es que tú me has dejado. Es lo más importante que ha pasado".
Impresionante. No dice "Es lo más importante que ME ha pasado", sino que "ha pasado". Ese egocentrismo tan marcado es marca de muchas casas. Y lo observo a menudo en ciertos hombres, que no pueden dejar de pensar –y comunicar– que son el centro del universo, que la razón de las decisiones, los comentarios, las críticas, los elogios de sus parejas o exparejas tienen su origen en la inmensidad de su ego.
Para acabar, canta "Si lo que quieres es hacerme daño, creo que te estás equivocando". Ay. Quien haya escrito esa letra podría pensar que la razón no es hacerle daño sino, acaso, no sentirlo más. O quizá tomar una decisión a pesar de que hace daño a dos personas: a quien deja y a quien es dejada.
De nuevo, ese egocentrismo, ese sentirse el origen y la razón de todo.
Miro y siento lástima hacia ese personaje. Y lo peor es que puedo ponerle nombres de pila. He dicho nombres. Quizá alguien me lo haya entendido en singular, con su nombre y apellido. Pues eso.