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3 de junio de 2012

Umbría de seda roja

Rescato una entrada de uno de mis viejos blogs:

"Hace años (más de diez), me invitaron a presentar una conferencia de Adolfo Marsillach en mi pueblo: Getxo. Creo que en opinión de los organizadores, lo hice fatal, porque dije su nombre y apellido y le cedí el micrófono.
Un rato antes de comenzar la charla, me dijo que estaba nervioso, que fuéramos a pasear. Salimos del teatro, a la plaza de San Nicolás, caminamos por la calle nueva y bajamos al puerto viejo.
En algún momento de ese paseo de unos 20 ó 30 minutos, me preguntó cómo me llamaba. Lucía Martínez, le dije. La verdad.
Y me recitó un poema que yo ya sabía, pero de milagro. Un poema de García Lorca:"
 
Lucía Martínez
 
Lucía Martínez. 
Umbría de seda roja. 

Tus muslos como la tarde 
van de la luz a la sombra. 
Los azabaches recónditos 
oscurecen tus magnolias. 

Aquí estoy, Lucía Martínez. 
Vengo a consumir tu boca 
y a arrastrarte del cabello 
en madrugada de conchas. 

Porque quiero, y porque puedo. 
Umbría de seda roja. 

17 de abril de 2010

Eta nik txoria nuen maite



Si le cortara las alas, sería mío, no se iría. Pero nunca más sería un pájaro y yo al que amaba era al pájaro.

El poema es de Artze. Lo canta Mikel Laboa.

24 de noviembre de 2009

Un hombre mira a una mujer inmediatamente


Un hombre está mirando a una mujer

Un hombre está mirando a una mujer,
está mirándola inmediatamente,
con su mal de tierra suntuosa
y la mira a dos manos
y la tumba a dos pechos
y la mueve a dos hombres.

Pregúntome entonces, oprimiéndome
la enorme, blanca, acérrima costilla:
Y este hombre
¿no tuvo a un niño por creciente padre?
¿ Y esta mujer, a un niño
por constructor de su evidente sexo?

Puesto que un niño veo ahora,
niño ciempiés, apasionado, enérgico;
veo que no le ven
sonarse entre los dos, colear, vestirse;
puesto que los acepto,
a ella en condición aumentativa,
a él en la flexión del heno rubio.

Y exclamo entonces, sin cesar ni uno
de vivir, sin volver ni uno
a temblar en la justa que venero:
¡Felicidad seguida
tardíamente del Padre,
del Hijo y de la Madre!
¡Instante redondo,
familiar, que ya nadie siente ni ama!
¡De qué deslumbramiento áfono, tinto,
se ejecuta el cantar de los cantares!
¡De qué tronco, el florido carpintero!
¡De qué perfecta axila, el frágil remo!
¡De qué casco, ambos cascos delanteros!

2 Nov 1937

César Vallejo
Poemas humanos (1939)

10 de noviembre de 2009

Un amigo ha publicado un libro

Hoy hemos presentado en Bilbao el libro de poemas 'Curso de gramática' de Juan L. de la Cruz.

Éste ha sido, más o menos, el contenido de mi intervención:

"Yo no tengo idea de qué esperan de mí aquí, ni de lo que les ha dicho Juan, pero no vengo a hablar de un libro, sino de un amigo. Juan, L. de la Cruz, y yo somos amigos. Y como somos amigos, puedo decir de él cualquier cosa, todo positivo, claro. De modo que en ese sentido deben entender mis palabras.

Juan es un tipo extraordinario, extraordinario no en el sentido de eso que se añade a lo normal, sino de lo que se sale de ello, de lo que se escapa de la normalidad.

Es un tipo de otra época, y se nota en cómo expresa sus afectos, incluso en cómo los profesa.

Yo diría que es un tipo profundamente humano, muy amable, y en apariencia, pequeñito. En apariencia.

Un día, el primero, se pasó por mi despacho, en la UPV, para pedirme un sacapuntas.

Díganme, hoy en día, cuando ya ni se usan los bolígrafos o las plumas, ¿quién usa lapicero?

Es un tipo de otra época.

Sin embargo, es muy de esta época, es un tipo extraordinariamente contemporáneo.

Con decirles que usa las redes sociales, tipo Facebook, conduce e incluso habla por teléfono.

Les digo esto porque si antes de que él me sorprendiera mostrándoseme en esas tres actividades me hubieran preguntado "Oye, ¿tú crees que Juan conduce?, ¿usa el teléfono?".

Lo habría negado.

Y a fuerza de verle he tenido que resignarme y aceptar aquello que nunca me habría creído

Algo parecido me pasó cuando conocí a su esposa: me llevé otro sobresalto.

Yo tengo la impresión de que finalmente es un tipo de todas las épocas.

Y es evidente que no pasa desapercibido

Y provoca una gran curiosidad:

Juan es también ese tipo al que una mira alejarse por el pasillo, de espaldas, fijos los ojos en su chaqueta color camello, como queriendo entender más o mejor.

Leyéndole me he llevado grandes sobresaltos.

Porque si uno se deja llevar por las apariencias, podría llegar a pensar que es un tipo mojigato, o cursi.

He mirado la palabra 'Cursi' en el DRAE, porque hay que consultar los diccionarios y porque, como decía Lázaro Carreter, el diccionario es un código moral.

Dice de cursi: Se dice de un artista o de un escritor, o de sus obras, cuando en vano pretenden mostrar refinamiento expresivo o sentimientos elevados.

Aquí lo que importa es ese en vano, porque Juan logra el refinamiento expresivo y sus sentimientos están a gran altura. Por eso elevan a quien los goza

Algunos de sus poemas son muy atrevidos, tanto en el contenido, en aquello que quiere inducirnos, como en la forma.

Fíjense, Juan ese tipo capaz de dejar a la mosca que se coma parte del pastel y hacerdespués un poema.

No sé si me entienden.

Ése es su punto de vista.

Llegados a una edad, vamos sabiendo qué nos conviene y qué debemos hacer o no hacer.

No abusar de la sal, por aquello de la tensión; comer un poquito menos; hacer un poco de ejercicio...

Ya saben, lo normal.

Pero somos algo más que un cuerpo que envejece.

La poesía es un alimento fundamental y básico, que debemos incorporar a nuestra dieta.

Sin abusar.

Un poema, o dos, al día fortalecen el espíritu, dan alas a esa sustancia que llamamos alma

y proporcionan una felicidad que a veces podemos llegar a confundir con la ensoñación.

Cuando era joven, en esa infinita ignorancia de quien es joven, creía que la poesía debía ser espontánea, fruto de un momento semejante al hipnotismo.

No sé si conseguiré explicarme: Una novela debe ser un producto intelectual muy elaborado y pensado, que probablemente se escribe lejos de un ordenador más que sobre las teclas. Es producto de la reflexión que nace mirando a la nada, o a la fuente del jardín, o a la puerta del frigo.

Pero la poesía, creía, debe ser más sentida que pensada.

Créanme, en mi suficiencia, recelé de Borges y su poesía.

No me importa haberlo creído durante un tiempo, porque ahora sé que estaba equivocada.

Esa poesía que el autor persigue, que se trabaja, a la que vuelve un día y otro, y hoy deja inconclusa, y también mañana; porque no encuentra esa parte que necesita; o esa idea que se asoma, pero no se deja ver del todo; que atisba como si sufriera cataratas; y necesita más nítida; o esa idea que se exhibe en su amplitud, en todas sus dimensiones, grandes dimensiones, pero...

Nos faltan las palabras. Y la idea en nuestra mente es mucho más bella, o simplemente distinta a como lo es en la expresión.

Y tenemos que seguir buscando.

Y borrando aquí, y trazando allí..

Esa... es mejor poesía,

El resultado de esa búsqueda es mejor poesía.

Juan persigue sus poemas hasta darles caza.

Y ahí compartimos procedimiento: Él por la poesía.Yo por el periodismo.

Compartimos el afán de perseguir las palabras.

O al menos de buscarlas

Juan me pidió el sacapuntas porque seguramente lo necesitaba, pero este hombre tan de su tiempo aquel día hizo una nueva operación de marketing: amplió su mercado y me ganó como clienta.

Yo leeré todo lo que escriba Juan.

Y si como en este caso lo publica, lo leeré más veces.

Y he querido hablar del amigo, y no de la poesía

Porque la persona es su obra, sin duda,

Y cuando la obra es un poema se es mucho más persona.