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5 de septiembre de 2020

De Barinatxe a 'Goenkale'

Fue en agosto de 1994. Había ido a la playa, a Barinatxe, con la tabla. La marea estaba bajísima. Cogí una ola y cuando me aproximaba a la orilla, entusiasmada por lo larga que había sido, atropellé a una mujer. Miré así, para arriba, ji ji ji, con cara de inocente, de Yo no quería. Era Irune Manzano.

―¿Qué tal, Irune? ―Ella con cara seria, yo con sonrisa horizontal; ella desnuda, yo también. Más vale que no siga.

Y me contó que estaban grabando una serie en euskera para ETB-1: Goenkale.


 La serie, que era diaria, se estrenó en el siguiente octubre y estuvo más de 20 años en antena. Con diferencia, el programa más longevo no solo de la televisión vasca, también de la española. Goenkale marcó un hito por muchas razones: por las dimensiones del equipo que había detrás, por la importante escuela y cantera de actrices y actores que supuso, porque sus diálogos otorgaron al euskera una naturalidad y frescura hasta entonces inexistente en las producciones dobladas. En Arralde ―así se llamaba el pueblo de ficción―, el tabernero, sus clientes, los personajes, en general, no hablaban como académicos de número de Euskaltzaindia pronunciando una conferencia, sino como habla la gente de la calle; incluso, como habla la gente sin alfabetizar.

Ya había escrito yo algo sobre ella unos meses antes.

 

No ha sido la única vez que he obtenido información de la guisa en la que estaba en Barinatxe. Pero esto lo contaré en otra ocasión.

4 de marzo de 2020

No frivolices con mi dolor


Estamos discutiendo en España la Ley de Libertad sexual. Por fin. El proyecto ha sufrido lo suyo porque, además de las resistencias habituales a cualquier norma que limite los desatinos de los hombres y proteja a las mujeres, se gesta en un gobierno de coalición PSOE-Podemos y la iniciativa es de un, de el, Ministerio de Igualdad.

 Adónde vamos a llegar. Behar genuena, que diríamos en euskera.

Hoy, en la sección de Opinión de El Correo, Antón publica una viñeta al respecto del consentimiento.
Ajammm. Mira arriba.

Es inapropiado frivolizar con la violación. Y esa viñeta lo hace.

Además, exhibe como nunca la bandera de un machismo recalcitrante.

Hala, quédate con él, Antón, que no es ni la segunda vez.

Por cierto, el diálogo está invertido. Quien, en todo caso, podría preguntar por el señor de en medio es ella. Porque quienes violan son los hombres y quienes, ante una acusación de violación, suelen argüir que "Ella quería" son ellos. Siempre ellos. Vale, algunos de ellos.
Pero en esta viñeta, a Antón y a sus jefes de El Correo se les ha ido la pinza. Una mujer no lleva a un notario para acreditar que quiere, porque si quiere, quiere. No obstante, como me dice mi amiga Izaskun Porres, quien debe acreditar el 'No' es ella, la víctima, que en el proceso penal "no tiene cabida".
Ese patinazo de la viñeta es importante porque, en realidad, es el mismo mecanismo que sostiene la insistencia en las denuncias falsas. ¿Lo ves?

27 de septiembre de 2018

Una prueba de que yo plagio, pero con antelación

El 13 de marzo de 2011, publiqué en El Correo, dentro de la serie 'Consortes', una entrevista a Emma Jiménez, esposa de Joaquín Achúcarro. La reproduje en el blog: Aquí.
En la entradilla escribí esto:
"La música habita la primera planta de la vivienda. Allí están los cuatro pianos y los muchos trofeos y medallas que Joaquín Achúcarro ha recibido a lo largo de su trayectoria como pianista. Emma Jiménez es su compañera y su mayor crítica. Ella también vive con intensidad la música y no solo a través de las manos de su esposo".

Hoy en Twitter me encuentro esto:

Entro en los enlaces y leo que Sandra Atutxa, del diario Deia, publica el 3 de dieciembre de 2017  esta información.

Por si ha desaparecido cuando vayas, te dejo el pantallazo (para verlo mejor, pincha sobre la imagen y podrás leerlo).




Como ves, es la prueba irrefutable de que practico el plagio con de antelación.

Da la casualidad de que Sandra Atutxa publica su texto el día de mi cumpleaños. Bonito regalo, todo un tributo. Pero Sandra, ¿y no se te ha ocurrido que hubiera preferido una cazuela de bacalao al pilpil?

Os dejo con Sabina.

https://www.youtube.com/watch?v=gJztTNIEm4Y


https://twitter.com/gdetorres/status/1045303687680335872
https://twitter.com/gdetorres/status/1045303687680335872

12 de marzo de 2017

Quienes no sabemos volar preferimos vomitar



La captura me la envió K. R. A. la semana pasada. Estaba yo muy atareada con los actos del 8 de marzo y prioricé el trabajo. Ahora, la retomo porque lo mismo da cuándo se produjo o a qué se refiere.
Naroa, 14 años, alumna de una ikastola de Getxo desapareció a la vuelta de la fiesta de carnaval. Su cuerpito apareció 12 horas después en los acantilados de la Galea. No sabemos qué sucedió desde que se despidió de sus amigas hasta que un helicóptero de la Ertzaintza elevó desde las rocas su cuerpo desarticulado. Naroa, ah, Naroa.
El único modo de salir indemne de una caída por los acantilados de la Galea es saber volar. Naroa, probablemente, sabía hacerlo, pero sus alas eran muy chiquitas aún.
Los anuncios ('Lo que necesitas en el momento que lo necesitas','Perdona, ¿sabes volar') sobre la noticia de su funeral es un error, pero es uno de esos errores a los que no se debe dar oportunidad alguna.
Imagino a la abuela de Naroa (o a cualquier persona que la amara) leyendo la noticia y viendo el anuncio, imagino su intenso dolor, siento esa punzada a la altura del estómago y me gustaría haber aprendido a dirigir el vómito. La captura es de El Correo.


17 de septiembre de 2016

¿Se puede hacer un reportaje sobre la salsa verde sin hablar con ningún perejil?

Claro que se puede. En realidad, en periodismo se puede hacer cualquier cosa y cada vez estamos más expuestas a que se haga cualquier cosa. En sentido estricto.
El reportaje apareció ayer en la 2 de El Correo, pero no era sobre salsa, sino sobre autodefensa.

"La ola de agresiones sexuales llena de mujeres los gimnasios de defensa personal"

Hay cuatro voces, todas ellas de hombres, monitores de autodefensa y artes marciales. En realidad, hay una quinta que es con la que se inicia el reportaje: Amaia. Pero... Ay, la historia de Amaia no la cuenta ella, sino su monitor de autodefensa. Si Amaia existe, no habría sido difícil dar con ella, porque acude a un gimnasio. 'Todo para ellas, pero sin ellas', parece pensar a reportera. No recurrir a Amaia es como despreciarla, actuar como si ella no tuviera nada interesante que decir y es mejor que su agresión nos la cuente su monitor. Muy paradójico, porque en realidad el reportaje no solo arranca son su historia, sino que personifica a todas esas mujeres  que, según el titular, llenan los gimnasios.

El titular da para más. En puridad, no tenemos datos de agresiones sexuales; tenemos de denuncias de agresiones sexuales y podemos hacer estimaciones sobre la cifra de las que no son denunciadas. De modo que no se debe confundir el número de denuncias con las agresiones y este verano no ha habido una ola de agresiones, sino que este año se han denunciado muchas de ellas y los medios están más atentos. Esto es, el movimiento feminista ha puesto las agresiones y su denuncia en la agenda.

"El violador es un cobarde", dice uno de ellos. No sé, no estaría yo tan segura. El argumento puede servir para empoderar, para lograr que su víctima no sufra parálisis y actúe, pero se debe ser prudente con las generalizaciones.
Maitena Monroy lleva años haciendo esa tarea de enseñar autodefensa y haciéndola con mujeres. Es  otra voz que faltaba.




24 de noviembre de 2014

Soy una "maestrilla" de periodismo

La semana pasada inicié en mi muro de Facebook esta conversación sobre la portada de El Correo publicada al día siguiente de que Koldo Losada apareciera muerto violentamente en su casa. En muchos momentos, fue agria, pero no es eso lo que quiero traer ahora.
Inmediatamente después de su última intervención, A. de las H. compartió foto y comentarios en su muro y escribió: "Para que os hagáis unas risas con estas maestrillas de periodismo".
Una de esas "maestrillas" era yo.

6 de noviembre de 2013

Acaban de nacer y ya poseen un medio, su trabajo

Este trimestre, mis lunes en la uni son de despacho, o hemeroteca. Son territorios de eficacia, de sacar cosas, de no ver gente, o poca. Y cuando no se espera a nadie, cualquier visita es una sorpresa. Ayer, a eso de las 10, mientras atendía a la vez el teléfono y la pantalla del ordenador, me pareció oír que llamaban a la puerta. Incrédula, por si acaso, me giré hacia ella. Era Eneko, Eneko Ugarte.
Cuando acabé la llamada y salí a buscarlo, no estaba solo. Había venido con Jabier Izquierdo y tres carros rojos, de los de la compra.
No es la primera vez que están juntos en el despacho. Es la primera vez que vienen con tanto peso y con una razón de tanto peso.
En el barullo de reencuentros (no nos hemos visto desde final de curso), no sé quién habla primero ni quién tiene más cosas que decir.
Me cuentan que han sacado adelante Alirón, un semanario en papel con información, sobre todo, de fútbol. Vienen a compartir ese primer número (Anotación mental: guardar en el despacho una botella de cava y copas para estas celebraciones).
Una vieja profesora no puede sentir más satisfacción: Acaban de licenciarse, conservan el anhelo de ser periodistas, se agrupan, emprenden, editan un medio y vienen a mi despacho, donde tantos momentos de tensión han vivido, a mostrarme su trabajo. Hazaña, matizaría yo.
¿Te imaginas adónde llegarán si nada más licenciarse son capaces de esto?
Cuida a tus alumnos, me dijo Ander que decía un exprofe suyo, porque son quienes en el futuro te darán trabajo.
Eneko y Jabier son dos de aquel grupo de la tarde. Siempre se sentaban en el mismo sitio: en la primera fila de la parte posterior del aula. Como esa que, en los cines, tiene el pasillo al frente y en la que se pueden estirar las piernas sin molestar al de delante. Serían 5, 6, 7... Estaba garantizado que acudirían al menos cuatro. No tomaban apuntes. Miraban muy atentamente. Para quien imparte docencia, la mirada es el escrutinio del interés.
Han dado forma a su sueño. Han tirado 20.000 ejemplares. Han pagado los gastos de esa primera rotativa en marcha.
Y os lo cuento porque ellos vinieron a contármelo.
Mucha suerte.

13 de septiembre de 2013

Hoy, 13 de septiembre, Ramiro Pinilla cumple 90 años


A Ramiro lo conozco de siempre, por eso no recuerdo cuándo ni cómo lo conocí. Ramiro siempre ha estado ahí.

Sí tengo algunos viejos recuerdos de él: un mitin político en Plencia en el que él se presentaba como comunista y añadía que en aquella sociedad todavía franquista existía la creencia popular de que los comunistas tenían rabo y cuernos. Y lo decía con esa voz tan serena, casi dulce.

Recuerdo haberle visitado un domingo por la mañana cuando me enteré de la muerte de Luciano Rincón. Otro día me lo tropecé en la calle. Venía de comprar una maceta. Me contó que en las escaleras de su casa había un viejo geranio en un tiesto roto y que aquella primavera al verlo reverdecer se había enternecido y quería cuidarlo. En el chino de Las Arenas, el primero en abrir, un día pidió una sopa normal. Le sirvieron de aleta de tiburón. Siempre tomaba lo mismo.
Fue una especie de precursor del big data. “De mi casa a la estación de tren hay tantos pasos –me dijo un día­–. En ese trayecto siempre me encuentro con una persona. A veces, nada más salir de casa; otras, casi llegando a la estación”.
Le gustan el queso de Burgos y la Coca-Cola. Es un tipo elegante, con ese porte.
No es gesticulero en absoluto, pero a veces hace un cierto gesto de sorpresa muy verdadero y expresivo. Es un gran tímido.
Ramiro tenía la cosa de hacer una revista en su pueblo y la hizo: La Galea. En torno a aquella redacción nos juntamos un grupo de jóvenes con veleidades de todo tipo. Yo quería ser periodista y allí tuve las primeras oportunidades.
No sé si de mi participación en Galea o de la asistencia al taller de literatura, que sigue celebrando todos los lunes desde los años ochenta, he aprendido mucho de escribir, y de hacerlo bien. Hace 35 años no quería estar de acuerdo con él en muchas cosas, pero ahora que veo cómo escribo y lo que me gusta leer, sé que sus enseñanzas han sido un sirimiri lento y perseverante que me han calado y forman parte de mi estructura literaria.

Hace 10 años, quería juntar a Unai Elorriaga y Pinilla en una conversación: dos escritores getxotarras, que han tomado el pueblo como un personaje más, 50 años de diferencia entre ellos, uno en castellano y el otro en euskera...
El primer problema fue juntarlos. Elorriaga escribe por las mañanas y no se salta una y Ramiro por la mañana duerme y camina y escribe por las tardes. Ese día uno de los dos no escribiría. Por una cuestión de edades, intenté que la cita fuera por la mañana en casa de Pinilla. El joven se resistía. Ramiro me dijo: “Pues venid por la tarde”. Nunca le he dicho nada, pero me pareció de una elegancia digna de transformar en lección. Yo sí la aprendí. No sé si Unai llegó si quiera a saberlo. El resultado de esa conversación lo publicamos en El Correo.

Me encanta cuando se ríe y, sobre todo, me encanta que se ría de algunas cosas.

Para mí Ramiro siempre ha sido un señor mayor. Felicidades, Ramiro.

1 de septiembre de 2013

El presidente más moderno de Euskaltzaindia

Conocí a Jean Haritschelhar durante el Congreso que celebró Euskaltzaindiaa mediados de los años noventa en el campus de Leioa. El Correo me encargó que cubriera aquel importante evento académico. Para entonces, él ya llevaba casi una década al frente de la institución, pero le gustaba definirse como ‘primus inter pares’.
Haritschelhar era un gran hombre grande, poderoso, pero solamente porque se le percibía una fuerza capaz de lograr, de hacer, de convencer. Y esa elegancia tan francesa, acompañada de una cordialidad extensa, pero limitada al territorio que él aceptara.
Fui dos veces a su casa en Aingelu (Francia) a hacerle dos largas entrevistas. La primera en 2005, nada más dejar la presidencia de la Academia y la segunda en2008, coincidiendo con el homenaje que sus compañeros de Euskaltzaindia le habían preparado. En ambas me acompañó Ignacio Pérez, fotógrafo.
Llegar hasta su casa –un chalecito a las afueras– fue una aventura. Era uno de los últimos días de 2004, soleado, pero muy frío. Nos recibió su esposa y nos invitó a pasar a la sala familiar, decorada con motivos navideños. Ignacio le tuteaba y yo, conocedora del formalismo francés, cada vez que oía un tuteo, me ponía un poco más nerviosa.
Mientras Jean y yo charlábamos, Ignacio disparaba la cámara a pequeños detalles. Al anillo, por ejemplo. No recuerdo si fue en esa o en la siguiente ocasión, cuando intentamos que nos mostrara el ambiente más familiar, las partes más privadas de su hogar. Sin conseguirlo. La idea con toda seguridad fue de Ignacio, que con una naturalidad aplastante logra derribar esos muros y captar escenas impensables.
Fue un gran presidente, que sacó a la Academia de su ostracismo, de entre muros de conventos y hábitos de frailes. La modernizó, le quitó el polvo y logró que durante la España democrática se viera a la institución como un organismo necesario y respetable. Han trascurrido 25 años desde que el llegó a la presidencia (1988-2004) y 51 desde que fue nombrado académico de número. Durante esos años el euskera ha vivido sus mejores momentos: un elevado porcentaje de escolarización, además en la enseñanza pública; el establecimiento de estudios de rango universitario en todas las ramas del saber; una industria editorial y mediática de dimensiones desconocidas; producciones audiovisuales...
Él estaba ahí observándolo desde una atalaya privilegiada, la presidencia de la Real Academia de la Lengua Vasca.
Hoy, 1 de septiembre de 2013, ha muerto a los 90 años en el hospital de Biarritz.

2 de junio de 2013

Dos portadas casi idénticas: una es un catálogo, la otra un medio

En primer lugar, la portada de Mujer hoy, la publicación que se distribuye los sábados con los diarios del grupo Vocento.

En segundo lugar, la portada de un encarte publicitario que se distribuyó tambien ayer con el mismo periódico.
Los círculos rojos que hay sobre las imágenes son míos. La publicidad dice: "Precios fantásticos para que tu verano empiece aquí". La portada de la revista dice: "El verano empieza aquí".

No es necesario añadir nada más.

22 de enero de 2012

"David me hace sentir especial"

Eli Abad
Consorte de... David de Jorge, cocinero

"David me hace sentir especial" 

Estudió Psicología en la UPV y, desde el máster en Gerontología, trabaja en Lamourouse, un centro especializado en mayores. Eli Abad (Donostia, 1974) es la esposa de David de Jorge, el ‘Robin Food’ de ETB-2. Nacieron con cuatro años y dos días de diferencia. A primeros de octubre celebran sus cumpleaños. Él es el mayor.
– ¿Cómo empezó todo?
– Estaba con unos amigos en ‘lo viejo’ de Donostia, tuve una bajada de tensión y me desmayé. Al volver en mí, lo primero que vi fue a David, acercándose… con un puro.
– Tiene su gracia.
– De esto, hace nueve años: ocho juntos y uno y medio casados. Cuando nos conocimos, yo estaba con otra persona. Al vernos solteros, surgió el amor. Después de seis años de convivencia, nos casamos.
– ¿Les dio la ventolera?
– Lo habíamos hablado. Cuando al padre de David le diagnosticaron una enfermedad, pensamos que está bien regularizar algunas cosas. Y por hacer una fiesta con los amigos. Me lo pasé genial. Es una de las pocas veces en que juntas a mucha gente que quieres y todos están contentos, que no es un funeral.
– Una cosa: ¿a qué se debe la obesidad de David?
– No me gusta que no se le reconozca por su trabajo. La gordura no es una característica que lo defina.
– Si me permite, en ocasiones puede ser un problema de logística…
– David es una de las personas más fuertes que conozco, y no fuerte como sinónimo de bruto. Tiene una gran inteligencia emocional. Vive con las cartas que le han tocado. Es muy creativo, muy inteligente, brillante… Se nota en lo que escribe y en la tele. No lleva guión. Graba de un tirón. Por eso está donde está. Tiene mucho tesón y muchos dones. Y eso es lo que le ha llevado adonde está. Ha sido dos veces campeón de España de cocina.
– ¿Ya cocinaba cuando usted lo conoció?
– Sí. Cocina como los ángeles, desde que era un crío. Ha aprendido con los mejores. Martín Berasategui lo llamaba cada semana para ver si se había cansado de aprender fuera.
– ¿Y eso?
– Lo seguía. Martín es como un ángel, Martín y su mujer son como los reyes magos para nosotros. Tenemos una deuda de agradecimiento con ellos, un lugar especial en nuestro corazón. Hay familiares, amigos…, pero en un momento especialmente difícil nos ayudaron. Nos tratan como si fuéramos de la familia.
– Pero…
– ¿Lo de la logística? Nosotros somos muy caseros, no nos complicamos nada la vida. Y la gente es muy amable. Vamos a un restaurante y buscan una silla cómoda para él. En general, todo tiene soluciones fáciles. Porque, evidentemente, no nos tiramos con una piragua por un río… No lo vivimos como problema. Él engancha porque es brillante, no le determina ni lo define.
«La más reina»
– ¿Qué le vio?
– Me hace reír. Es muy detallista. Me hace sentir la más reina. Cuando empecé con él, era así; y sigue siendo. ¿David…? David me hace sentir especial. Eso nos encanta a todas. Y a todos. Es muy grande que David me quiera. Es muy independiente. Eso es importante porque yo también lo soy. Me empuja, puedo hacerlo todo, no tengo límites.
– No tira de la cometa.
– Nunca. Él sopla.
– Describa el mejor día libre.
– Nuestra casa es nuestro paraíso. Hacemos cosas muy normales, comemos con gente. Nos gusta leer. Yo soy de novela y cuento; él, de ensayo, poesía y cocina. En mi casa, hay cientos de libros de cocina. Por Reyes le regalé un libro francés de mil ochocientos y pico…
– ¿De dónde lo ha sacado?
– De una librería bilbaína.
– Habrá pagado un pastonazo.
– Sí, pero es una inversión. Dentro de 50 años valdrá mucho más.
– ¿Van al cine?
– Nos gusta, pero somos perezosos porque David trabaja una barbaridad. Somos más de casa. No tenemos muchos días de cantidad de horas por delante. Ha cumplido más de 300 programas. Yo me he visto con él un porrón de programas de cocina. Más que la media.
– ¿La aparición en ETB y el salto de David a la fama les ha cambiado la vida?
– No éramos de ir a tomar cañas, pero la gente es encantadora, muy simpática. Es verdad que, si estás tomando algo, la cuarta persona que llega a reconocerte cansa. Algunos hablan más… En fiestas de Hondarribi… como que no. Porque puede ser un peñazo. Pero no éramos de fiestas. También tiene su parte bonita, porque a nadie le molesta que le halaguen. Nos gusta que nos traten bien.
– Una cosa: ¿las recetas las copia, se las inventa...?
– Tiene para hacer un número infinito de programas. Cuenta con un equipo, en casa hay libros, la gente se las manda… Es un cocinero de leer y aprender.
– ¿Gustan las guarrindongadas?
– Tienen mucho éxito porque es lo que hacemos en casa. No puede ser todo tan de espuma, tan fino… Hay que reírse. La guarrindongada es parte de eso.
– ¿Quién cocina en casa?
– Si viene gente, él. Cosas complicadas, él. Para las cenas de a diario, yo.
– ¿Usted?
– Verdura, pisto... Cosas sencillas. Si va a la compra, se emociona y cocina él.
– Un plato que le encante.
– Me gustan un porrón: el arroz con almejas, el marmitako, la verdura, las vainas, el cocido… Cocina muy bien.
– A nadie le queda duda.
– Hay quien piensa que los grandes no cocinan. Me fascina cuando no hay nada en casa, viene gente y saca un gran plato.
– ¿Reconoce a otros?
– Mucho. Es muy agradecido.
– ¿Qué le abate?
– Las injusticias, el dolor de la gente a la que quiere…
– ¿Usted hace de psicóloga con él?
– ¡En la vida! ¡Es mi marido...! Hay cosas de mi trabajo que me han cambiado, pero no las usaría con él, salvo que me pagara. Es mi amante, no mi paciente. No soy su psicóloga: soy su mujer.

La foto es de Lobo Altuna.

Publiado en El Correo.

2 de enero de 2012

Breve nota sobre la Nochevieja en ETB

Al desnudo
ETB2 recibió el año desde Vitoria con un espacio conducido por Ibon Uzkudun. Caían tales chuzos que en ocasiones los asistentes tuvieron que abrir sus paraguas. Por la fiesta desfilaron Julian Iantzi, Juanito Oyarzabal, Carlos Sobera, Adela González… y otros profesionales de la casa que levantaron la copa y desearon feliz año. Llegaron las doce y Ukudun explicó el procedimiento para comer las uvas al ritmo de las campanadas de un reloj proyectado en una pantalla. Me va a perdonar usted, pero no hay color. El carillón de la Puerta del Sol tiene algo que no se sustituye con facilidad por un reloj de mentirijillas. Un vistazo a ETB1 sirvió para identificar viejas obsesiones. Guardias civiles hablando en castellano -¡Cómo no!-, etarras, y los fantasmas habituales. ¿Se podrá hacer humor con otras cosas? Esta celebración supuso un gran esfuerzo para una televisión modesta y con presupuestos ajustados a sus dimensiones como ETB.

Publicado en El Correo, 2/1/2012.

28 de noviembre de 2011

«Los etarras que le iban a matar estaban en la boda de mi hijo»

La semana pasada tuve una conversación de una hora con Begoña Zalduegi Etxebarria, esposa de Juan Mari Atutxa. El dirigente nacionalista fue consejero de Interior entre 1991 y 1998. Durante esos 8 años, ETA mató a 138 personas. Con el propio consejero lo intentó en al menos siete ocasiones. Nunca lo consiguieron. En esta entrevista, Begoña Zalduegui recuerda esos años, y muestra el apoyo a su esposo frente a las presiones para que lo dejara. La conversación podía haber sido estremecedora, pero su entereza y humanidad hicieron digerible el recuerdo de aquellos amargos años.

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Begoña Zalduegi Etxebarria, consorte de ... Juan Mari Atutxa


«Los etarras que le iban a matar estaban en la boda de mi hijo»

La violencia ha dejado su huella en la vida de Begoña Zalduegi (Bedia, Bizkaia, 1944). ETA
intentó asesinar al menos en siete ocasiones a su esposo, Juan María Atutxa, azote de la banda
terrorista durante su mandato como consejero de Interior del Gobierno vasco -entre 1991 y 1998 - y
presidente del Parlamento vasco las dos legislaturas siguientes. Sólo las extremas medidas de
seguridad que le rodeaban frustraron los atentados contra su marido, que ahora está al frente de la
Fundación Sabino Arana. Además, sus padres - «los dos», subraya- «estuvieron en la cárcel»
durante la Guerra Civil por su militancia nacionalista. «Después tocó la miseria de la posguerra. A
los 12 años, ilegalmente porque hasta los 14 no se podía, tuve que empezar a trabajar en una
fábrica. Era una cordelería y hacíamos cuerdas de barcos. Luego estuve en Firestone y con 16 me
quedé en una peluquería. Allí estuve 34 años, hasta que mis padres necesitaron atención». Se casó
en 1967 con el dirigente del PNV. Tienen cuatro hijos y nueve nietos.
- ¿Cómo se conocieron?
- Con 16 años. Vine a Bilbao a un curso de peluquería. Nos conocimos en el tren. Solíamos ir al
baile en Arratia, Igorre?
- ¿La sacaba a bailar?
- Sí.
- ¿Qué tal baila?
- Mal, muy mal. Tocaba el bombo en la banda de música de su pueblo. Le tocó la mili en Melilla y
hasta la vuelta no formalizamos la relación.
- ¿Qué le gustó de él?
- Que tenía carácter, criterio. Era serio, tenaz? Y tierno. Y con los años, más.
Cuando Begoña le conoció, Atutxa trabajaba en una oficina. Después, entró en la Caja Rural y
posteriormente en la Caja de Ahorros Vizcaína antes de ser nombrado diputado foral de Agricultura
de Bizkaia. De ese puesto saltó al de consejero de Interior.
- ¿Él ya militaba en el PNV?
- Nos afiliamos juntos desde el principio de casarnos. Mis padres, y toda la familia, han sido
militantes. Por eso mi madre estuvo en la cárcel de Saturrarán.
- ¿Cómo le contó que iba a Interior?
- Fue gracioso. En Agricultura siempre tenían problemas. La gente se quejaba de las cabras, que
andaban sueltas? Y una noche me pregunta si he visto la tele. Le pregunté por qué y me dice que
nada, que había unas cabras en el monte. Resulta que ya se había dicho que iba a Interior.
- ¿Qué sintió?
- ¡Me hizo una ilusión?! Que te valoren en lo que tú sientes? A la vez sentí un poco de
preocupación, pero sabía que no tendría problema en el sentido de responder en el cargo.
- Transcurría 1991. Aquel año ETA mató a 44 personas.
- Sí. Pero yo, por el sentimiento profundo que tenemos, pensaba que había que implicarse y de
verdad. Pensaba en el compromiso.
- ¿Y los hijos?
- El pequeño, que tenía 6 años entonces, lo pasó mal. Los niños no se dan cuenta del daño que
hacen cuando dicen "A tu padre lo quieren matar". Ya nos informaron en la ikastola de que le habían
hecho ese comentario.

«Todo eran presiones»

- ¿Cómo le contó que estaba tan amenazado?
- Se supo todo con la detención de un comando. Y los etarras, los que le iban a matar, estuvieron en
la boda de mi hijo. Aparecen en el vídeo. Bajé del coche, llovía un poco, yo estaba que no podía
abrir el paraguas y uno me pasó rozando el costado derecho. El otro estaba detrás de un periódico,
leyendo. Cuando ves el vídeo y están allí? La de veces que le he dado las gracias al ertzaina que
cuidaba el coche. (La fuerte protección policial de Atutxa impidió que ETA colocara una bomba en
los bajos del vehículo de Atutxa en aquella ceremonia familiar).
- ¿Y la familia?
- Todo eran presiones. La familia de él, mis padres, la hija? Pero yo no.
- Usted le apoyaba.
- Sí, porque sabía que si no, no estaría contento. ¿Miedo? Lo que tenga que ser, será. Y lo que hay
que aguantar? Gente que pasa con el coche rápido por delante de casa insultando?
- ¿Notó algo en la peluquería?
- Para entonces ya la había cerrado. En el pueblo, sí noté. Gente que me dejó de hablar: una vecina
con un hijo en la cárcel, familia? Uno de los informadores (del comando), uno de Igorre, solía jugar
al fulbito con mi hijo el mayor. Lo que más duro se me hizo fue ver ¡a familiares míos! en la
inauguración del hogar del jubilado de Lemoa con una pegatina pidiendo la libertad de ese
informador, la libertad del que solía estar cerca con un pañuelo para avisar de cuándo pasaba Juan
Mari.
- ¿Un pañuelo?
- Con el gesto avisaba de que pasaba Juan Mari para que activaran (la bomba). ¡Ver a familiares
pidiendo la libertad de quien quería matar a Juan Mari...! Yo sé que no querrían, ya, pero ¿cómo
puedes ponerte en el pecho esa pegatina? Le condenaron.
- ¿Le ha vuelto a ver?
- No sé quién es.
- ¿Qué hace cuando se encuentra con la familia?
- ¿De ese? Fue curioso. En la iglesia se hacían algunos actos de invitar a víctimas de ETA y
afectados de HB, por ejemplo. En una estuvo su madre y hablaba del dolor que sentía por el hijo
que tenía preso. De verdad que lo pasé mal. Tendría que haberme levantado y decir que sentía lo de
la madre, la pobre qué culpa tiene, pero? ¿si hubiera resultado bien todo lo que estaban tramando y
hubieran matado a Juan Mari? Hay cosas que no se olvidan, pero se perdonan.

«Algunos hacen la pelota»

- ¿Cómo se enteró de ese atentado frustrado?
- Estábamos cenando en casa de unos amigos y yo lo notaba especialmente serio y preocupado. Y
cuando llegamos a casa, me contó. Entonces se enteró de verdad de las veces que habían intentado
matarle. Gracias a que le cuidaban. Es duro.
- ¿Le cuenta cosas del trabajo?
- No, y en parte mejor porque yo no soy miedosa, pero me agobia. A mí me interesa, y mucho, la
política. Y me entero. Yo le he dicho cosas que no le dicen otros porque algunos hacen la pelota.
- ¿Y él cómo reacciona?
- ¡Hum....! A veces quizá lo descoloco. No es que haya discusión, pero cada cual tiene su punto de
vista.
- Su esposo ha sido durante años uno de los objetivos prioritarios de ETA. ¿Cuándo empezaron a
recuperar la tranquilidad?
- ¡Hum...! Ni ahora. En los últimos tiempos van como de buenos, queriendo acercarse, pero ya nos
conocemos.
- ¿Se coge afecto a los escoltas?
- Sí, mucho. En tantos años? Y ellos también. Antes estaban en casa de día y de noche. ¡Cómo no
los vas a atender!
- Ha habido malos momentos.
- Tantos? Recuerdo cuando lo de Lasa y Zabala. Para el funeral, el juez había ordenado que no
podían tocar la caja mortuoria, que venía cerrada. La Ertzaintza tuvo que cargar... ¡en el cementerio!
(La Policía autónoma trasladó los restos de los dos etarras asesinados por los GAL desde el
aeropuerto de Hondarribia hasta el cementerio de Tolosa en medio de un gran despliegue policial.
Los agentes cargaron contra unos manifestantes que esperaban los cuerpos y protestaban por la
demora en la entrega). A mí me dolió muchísimo. Y a mi marido, que sé que escribió una carta a las
familias pidiéndoles perdón. Eso en ningún sitio se ha dicho.
- ¿Y los momentos buenos?
- Es una mezcla de tantas cosas? En todas las épocas ha habido cosas positivas. Sobre todo, la
cantidad de gente interesante que he conocido.


Publicado en El Correo, 27 de noviembre de 2011.

20 de noviembre de 2011

Ante el espejo

Cuando, hace ya ocho temporadas, se puso en antena 'Vaya semanita', la audiencia vasca se llevó una sorpresa. En primer lugar, de incredulidad por lo que estaba viendo. Solo después, cuando superó el pasmo, pudo reírse de aquellas figuras que resultaban tan familiares. Los personajes estaban tan enraizados en nuestra idiosincrasia que podíamos reírnos de nosotros mismos, de nuestras contradicciones y paradojas. Ejemplo de ello era la familia Sántxez, nacidos en Salamanca, y con un hijo ertzaina y otro borroka conviviendo entre las mismas paredes. Es decir, una reproducción de lo que sucedía en la calle. Solo que, visto en la tele, sí hacía gracia. En aquella primera temporada se marcaron algunos hitos que llevaron a que 'Vaya semanita' tuviera interés incluso fuera del País Vasco. Este lunes EiTB emitió el primer episodio de lo que han llamado 'Vaya semanita, cambio radical'. La audiencia quiso participar del estreno y se volcó: 400.000 personas picotearon en algún momento el espacio. Todo un éxito para tiempos en los que la oferta televisiva se ha diversificado y, en consecuencia, fraccionado tanto.
Entre los nuevos personajes hay algunos que prometen, como aquellos Sántxez o 'el Pelanas' del principio: una peluquera del Goierri entre cuyos éxitos están los peinados de etarras, una baserritarra homosexual, una 'choni' doctorándose en física, un ertzaina con dificultades para pronunciar la erre y una pija con tantas operaciones de estética que parece haber sufrido al menos un incendio. Son, otra vez, vecinos que se nos hacen muy conocidos, que nos hablan de nuestros mitos y de nuestros temores. Pero ocho años después, con otros actores, nuevos guionistas y una sociedad que al menos en lo formal ha cambiado y se ve a sí misma con nuevas esperanzas. Alguna de las estampas que sirvieron para abrir el apetito tiene un intenso parecido con elementos de nuestro entorno y los guionistas parecen haber tendido una mirada no solo humorística, sino crítica y cáustica sobre ellos. Para poder reírnos de nosotros mismos, debemos sacar la gracia sin que duela. Si superan este reto, el éxito está garantizado. 
 

16 de noviembre de 2011

"Todo lo que sé de cocina me lo ha enseñado él"

Ada Pínter
Consorte de... Pedro  Subijana, cocinero

"Todo lo que sé de cocina me lo ha enseñado él"
 
Estudió secretariado y contabilidad y lleva los papeles de la empresa familiar. Ada Pínter (Játiva, 1950) tiene su despacho en los bajos del restaurante Akelarre de San Sebastián. A través de la ventana se ve un Cantábrico con cicatrices de las últimas inundaciones. A la puerta llega un aroma a caramelo procedente de alguna de las cocinas que gobierna su marido, Pedro Subijana.
- ¿Ada?
- De Inmaculada. Y el apellido es muy raro, lo busco en todos los países a los que voy. He dado con el escritor, Harold Pinter, pero no hay muchos.
- ¿Ha llevado siempre la administración del restaurante?
- Tengo tres hijos y, unos meses después de que naciera el tercero, me hice cargo de ese trabajo. No lo he dejado. Ahora ya son mayores, de 31 a 38 años. Este mes hemos cumplido 40 años de matrimonio. Antes, aunque no hubiera necesidad, nos casábamos muy jovencitos.
- ¿Cómo se conocieron?
- Fue muy convencional. Yo era amiga de su hermana.
- ¿Pero dónde?, ¿en Játiva?
- No. Yo nací allí porque mi madre quería contar con el apoyo de su familia, pero he vivido toda la vida en San Sebastián. Me he criado aquí. Su hermana Maite y yo éramos amigas y solía ir a casa de sus padres. No fue un flechazo, pero al poco de hablar nos gustamos.
- Casualmente, ¿empezó usted?
- No me acuerdo, pero en el cumpleaños de un familiar caímos el uno al lado del otro.
- ¿Cayeron?, ¿sin que nadie hiciera nada?
- Supongo que los dos haríamos por estar al lado, y las tontaditas de críos. Empezamos a salir y estuvimos de novietes cuatro años. Nos casamos en Donosti y la comida la hicimos en Gurutze, en el restaurante de Luis Irizar, su maestro.
- ¿Cuando lo conoció ya estaba formándose como cocinero?
- Sí. Antes había dejado los estudios de Medicina en Madrid, con gran disgusto para sus padres. En aquel tiempo ser cocinero era un horror. Hoy son muy mediáticos, aunque la vida es igual de dura que antes.
- ¿Imaginaban entonces el gran cocinero que es hoy?
- Él siempre fue muy cumplidor, responsable. Yo también lo era, pero a su lado parecía alocada. Él era de hacer planes, yo de vivir el momento. Cuando cumplí 18 años, me viene… No sé si debiera contarlo… Me viene con seis copitas y me dice: 'Aquí beberemos el champán el día que nos casemos'. Con 18 años y saliendo unos meses solo. Así se cumplió.
- ¿Quién se encargó de llevar las copas?
- Teníamos nuestro pisito, de alquiler como todos en la época, y las teníamos allí. Al día siguiente, nos fuimos de viaje de novios.
- ¿Y durante el noviazgo le regaló más cosas para el ajuar?
- No creo, pero con aquel detalle como de abuelo vi la relación de otra manera. ¡Con 18 años, dónde vas!
- ¿Y los restaurantes?
- Cuando nos casamos, él trabajaba en el mesón de Idiáquez de Tolosa. Estaba de jefecillo con 23 años. El sitio era pequeñito, moñoño, se podía llevar. Él nunca ha dejado de documentarse de lo suyo, de ir a sitios, congresos, bodegas… Es pasión. De Tolosa fuimos a Hernani y estábamos muy bien, porque trabajábamos los dos y ganando muy bien. Yo, en el comedor, y él, en la cocina. Además teníamos vivienda de la empresa.
- Algo pasó.
- Cuando la niña mayor tenía seis mesitos me dijo que estaba pensando en meterse en el Zalacaín de Madrid. Entonces era la bomba, el único de España que tenía tres estrellas Michelin. Se puso a revolver, y que le daban un puesto. Ganaba la mitad, solo trabajaba él, y yo, en casa con la niña. Había que pagar un piso en Madrid… Fuimos a peor, justo para sobrevivir, pero él tenía que estar en Zalacaín.
- ¿Por?
- Porque iba a aprender mucho. Y así fue.
- ¿A usted le costó aceptar esa decisión?
- Fue una especie de ceguera. O era muy lista y sabía que iba a ser bueno para todos. Pero irme a Madrid, con una niña de meses a estarme todo el puñetero día en casa mientras él trabajaba y con un sueldito… No era un gran plan, pero le sirvió muchísimo.
La 'nouvelle cuisine'
- ¿Se fue renegada?
- No. Contenta, pero fue duro. El oficio de cocinero es como ser monje: está todo el día trabajando. Me hice algunas amigas de la vecindad, pero pensaba que me estaba quedando como de ama de casa.
- ¿Compartía con usted sus conocimientos?
- Él aprendió el funcionamiento de un negocio. Fue como jefe de partida, que se llama. Hay partidas de los fríos, de pescados, de carnes, de postres… Y fue rotando.
- ¿Y el Akelarre?
- Cuando éramos novios, aquí había una discoteca y un comedor pequeño.Le ofrecieron venir. Pero él, tan sensato, pensó que debía aprender antes de ponerse al frente. Unos años después, le volvieron a llamar. Empezó como empleado. Cuando pensamos en mirar villas por Ondarreta para establecer nuestro restaurante, nos hicieron una oferta para quedarnos con esto. Nos dieron muchas facilidades, pero solo Dios sabe lo que nos costó pagarlo. Ya lo hicimos. Esto fue en 1980.
- ¿Y los reconocimientos internacionales?
- Él siempre visitaba restaurantes extranjeros. Y con Arzak, Arguiñano, Ricardo del 'Txomin', Ramón Roteta, Irizar, Tatús Fombellida… conocieron la 'nouvelle cuisine', pensaron que podían hacer algo aquí y le dieron un aire a la cocina vasca, que siempre ha sido muy rica y de buen producto. Empezaron a crear.
- ¿Cuál es el plato que siempre han tenido?
- La lubina a la pimienta verde fue un bombazo y, aunque ya no está en la carta, nos la siguen pidiendo.
- ¿Cuál es el que a usted más le gusta?
- Los huevos Igueldo con trufa. Es un fondo de hojaldre con un huevo escalfado, que cuando lo tocas se deshace, y la trufa negra. Delicioso.
- ¿Quién cocina en casa?
- Yo. Me gusta mucho y todo lo que sé me lo ha enseñado Pedro. En grandes ocasiones cocinamos juntos.
- ¿Cómo se arreglan?
- Discutimos muchísimo porque me dice que soy una atrevida.
 
La foto es de J. Usoz. Publicado en El Correo, 13/11/11.

27 de septiembre de 2011

Gámez es una joven promesa de la tele

Planteado en teoría, podría decirse que la oferta de hacer un programa sobre ciencia en la hora de mayor audiencia de una tele es, más que un atrevimiento, una osadía. Pero no se alcanza lo imposible sin creer en ello. Y José A. Pérez, director y guionista del programa 'Escépticos', que anoche estrenó el segundo canal de ETB, nada tenía que perder al ofrecer esa idea a la tele vasca. Cuajó y durante unas semanas un equipo de gente se dedicó a su preparación.
El primer capítulo estuvo destinado a desmontar ciertos tópicos, falsedades e incluso fraudes de las medicinas alternativas: fantasías como las flores de Bach, la digitopuntura, el reiki...
Produce bochorno escuchar a quien defiende que el agua de unas flores puede servir para resolver algunos problemas de salud. De modo que, cuando por fin sale un científico de la talla de Pedro Miguel Echenique, catedrático de Física e la UPV, se recupera la confianza en la humanidad, porque la de la ciencia no debiéramos perderla.
En posteriores espacios, se tratarán temas como la homeopatía, las supersticiones, los transgénicos, la telefonía móvil, la existencia de dios y hasta la presencia del hombre en la luna. Este primer capitulo se dejó ver, porque la información y documentación se combinan con gags de cómicos e incluso escenas de películas que se nos hacen muy familiares. La realización nos permite asistir a las entretelas y ver, por ejemplo, cómo se mueve la cámara, dónde están los sonidistas, e incluso percibir un cierto temblor del pulso de quien se encarga de captar la imagen. El equipo ha conseguido amortizarlos a favor, como un valor, aunque en rigor podrían ser entendidos como chapuzas.
En este primer capítulo se atisba la posibilidad de que acaso estamos asistiendo a una idea que, aun siendo muy atractiva, apenas ha tomado vuelo, y que podría ser explotada con mejores y mayores medios por una de las grandes televisiones. Y hay dos afirmaciones que se pueden hacer tajantemente: 'Escépticos' es una serie que gustará mucho a algunos y abominará a otros; y que Luis Alfonso Gámez, su presentador, es un descubrimiento para la televisión.

Publicado en El Correo.
Os dejo esta primera entrega por si queréis verla.

19 de septiembre de 2011

"Nunca ha estado de baja"

Margari Esnal, consorte de... José Luis Korta, entrenador de remo
 
"Nunca ha estado ded baja"
 
En la casa de José Luis Korta, remero y entrenador de remeros -toda una institución en Kaiku-, hay un espacio para los trofeos. Su esposa, Margari Esnal (Orio, 1952), cree que habrá pocos deportistas en España que hayan cosechado tantos premios y que tengan una vida deportiva tan dilatada. En su vivienda solo están los que ha ganado en individuales. Los colectivos quedan en los clubes por los que ha pasado.
- ¿Cómo le llama usted a Korta?
- Por su nombre, José Luis.
- ¿Y cuando se enfadan?
- Igual, pero en otro tono.
- ¿Cómo se conocieron?
- ¡Buf...! De toda la vida... Los dos somos de Orio. Tendría unos 16 años, nos conocimos y empezamos a salir.
- ¿Cómo fue?
- Ya se me ha olvidado. Son muchos años. Nos casamos en 1972.
- ¡Qué jovencitos!
- Pero llevábamos ya mucho, algo más de cuatro años. Mi marido dice que nos conocimos cuando aún no había hecho la comunión. La hacíamos con 11 años.
- ¿En Orio?, ¿con 11?
- Hacíamos dos comuniones y sería en la segunda; en la solemne, que se decía. Nos casamos y al año nació la mayor, Idoia, y después, Kristina y Alex.
- ¿Dónde vivían?
- Al principio, en Orio. Al nacer la segunda nos mudamos a Portugalete. Ahora vivimos en Castro.
- Entonces, lo suyo fue casarse y dedicarse a la familia.
- Nunca he trabajado nada. No he pegado sello. Hasta el nieto me dice que quiere ser como amona, que no trabaja.
- ¿Y él?
- Cuando nos conocimos estaba de marinero, en la mar, en la pesca de bajura. Era una semana fuera, con la anchoa, y volvía. Eso duró un año. Luego ya empezó en Gurelesa.
- ¿Cuándo empezó a remar?
- Con 18, antes de casarnos.
- Los inviernos a la intemperie son duros.
- Nunca le he oído quejarse de eso. El remo se le ha dado bien, pero le gusta todo el deporte: ciclismo, tenis, la caza&hellip Hacía de todo. Con 23 años empezó a entrenar a otra gente y dejó Gurelesa para ir a la trainera de Kaiku y dedicarse al remo, para entrenar y entrenarse.
- ¿Qué era en Gurelesa?
- Jefe de ventas.
- ¿Y a usted no le pareció una aventura?
- Siempre le he apoyado. Yo siempre le he visto tan seguro de sacar adelante a la familia, siempre lo he tenido claro... Si hubiera tenido que volver a la mar, lo habría hecho.
- ¿Cómo es en casa?
- Es muy niñero. Y lo sigue siendo con los nietos. Era muy de acompañarles al colegio. Eso sí, los fines de semana íbamos todos adonde bogaba. Seguimos yendo a las regatas. Cuando remaba en banco móvil, íbamos a Bañolas. Hemos viajado por toda Europa. En 1980 estuvo en Moscú, en las Olimpiadas. Volvió con un diploma.
- ¿No lo acompañó?
- No, por los niños. No había guarderías.
- ¿Dónde conservan ese diploma?, ¿enmarcado?
- No, es como las fotos de boda, están guardadas.
- ¿Y el resto de los trofeos?
- Sí hay, hay algunos&hellip Cientos, cientos&hellip en vitrinas.
Idoia, la hija mayor, está presente en la conversación: «Esto no te dirá ella, te digo yo. Todos los veranos, cuando íbamos a Orio, el primer trabajo era sacar brillo a la plata de los trofeos».
- Y de todos ellos, ¿cuál es el que más ilusión le ha hecho?
- Son 40 años. Seguro que en su momento hubo alguno, pero ahora&hellip Son tantos... A mí me gustaban los de banco móvil. Él era tan feliz de hacer aquello&hellip
- ¿Cuándo ha traído el último trofeo?
- Las medallas del Campeonato de España de traineras, el 6 y 7 de agosto.
- ¿De dónde saca la fuerza?
- Eso mismo me pregunto yo. Tiene mucha ilusión, se ilusiona enseguida, con cualquier cosa.
- También se necesita tenacidad.
- Los años no pasan en balde. Ya tiene 62 años. Y no es lo mismo que cuando tenía 30. Pero siempre ha sido igual. Sale a dar una vuelta en bici y vuelve ocho horas después, se va de caza y viene con el perro al hombro porque no le ha podido seguir.
- ¿Fuma?, ¿bebe?
- Nunca.
- ¿No le ha visto nunca con un cigarro?
- Una vez, en una foto, con un puro en una cena. Le gusta el champán. Y ahora ya toma un poco más, pero antes era en Navidades, cumpleaños y punto.
- ¿Intentó meter el gusanillo del remo a sus hijos?
- No ha querido que remen porque es muy duro.
- ¿Por qué no ha querido para sus hijos lo que él ha hecho?
- Siempre les ha dicho que hagan deporte, pero no necesariamente remo. Alex, el tercero, empezó, pero luego con los estudios lo dejó y ahora es más de surf. A José Luis no le hace gracia que Kristina, la segunda, siga remando. Es muy duro.
«Es muy transparente»
- ¿Tiene alguna otra afición?
- El cine. No vamos mucho, pero sí vemos.
- ¿Y la cocina?
- Le gusta comer, pero poca verdura. Suele decir 'A ver si alguien ha visto un grillo de cien kilos'. Alguna vez hemos competido por ver quién hace mejor la tortilla de patata.
- ¿Quién la hace mejor?
- Hace buena, ¿eh?. Y sé que hace sus pinitos cuando va con la tele a la Patagonia o cuando está de caza con los amigos. Pero en casa, no. Prefiere abrir una lata de bonito.
- Cuando está lesionado o enfermo, ¿cómo es?
- Yo creo que no se ha lesionado nunca. Una vez estuvo, cuando se metió un clavo en el pie en Castro.
- ¿No ha tenido lesiones?
- De baja, yo creo que nunca ha estado. Nunca ha hecho los papeles, al menos. Cuando le operaron de los dientes, con toda la anestesia y el dolor, se fue a entrenar.
- ¿Cómo es él?
- Es divertido. Es muy transparente, no oculta los sentimientos.
- ¿Y cuando se enfada?
- Es como el champán: fis, fis fis, y ya está.
- ¿No es rencoroso?
- No. Luego, en la tele, tiene aspecto de ser un ogro porque solo sacan lo polémico...
- ¿El dopaje es trampa?
- Sí.
- ¿Korta hace trampa?
- Nunca.
 
Publicado en El Correo, 18/09/2011. 
La foto es de Mireya López.

14 de septiembre de 2011

"Me dijo que iba a ser torero"

Marta Tomás, consorte de Diego Urdiales, torero

“Si él disfruta toreando, disfruto yo”

Lucía Martínez Odriozola

El domingo pasado [28 de agosto] se celebró la última corrida de la feria de Bilbao. Se lidiaban toros de Victorino Martín. El quinto, de nombre Bocatejo, le correspondía en el orden a Diego Urdiales (Arnedo, 1975). Hizo una gran faena, pero al entrar a matar la espada patinó en una de las banderillas, su muslo se estrelló contra el pitón derecho y la taleguilla grana y oro se llevó un desgarro. El torero acabó su faena, y la corrida, y salió de la plaza por la enfermería en lugar de por la puerta grande. Su triunfo también se llevó un desgarro. Marta Tomás (Arnedo, 1976) es su esposa. Suele acompañarlo a las plazas en que torea. Esta conversación se mantuvo antes de que él hiciera el paseíllo.
-¿Novios desde los doce?
-Él tenía trece y dice que se había fijado en mí cuando iba a jugar al fútbol, que era su pasión. Dice que yo destacaba y que pensaba que podía ser su novia.
-¿Por qué destacaba?
-Era muy alta y él pequeño. Cuando íbamos por la calle, nos decían el punto y la ‘i’. Ahora somos iguales. Yo me fijé en él por guapo. Y un día, con aquella edad, me dijo que iba a ser torero. Y me acuerdo perfectamente cuándo nos hicimos novios, el 15 de mayo de 1988. Lo apunté en un cuaderno. Todos pensaban que era una cosa de niños.
-¿Cómo se ennovia a esa edad?
-Estábamos todo el rato hablando y tonteando y yo le pregunté si iba a ser mi novio o no. Contestó que no, porque es muy guasón. Luego dijo que sí y hasta hoy.
-Y ya se casaron.
-Su vida siempre ha sido muy dura. Toreó mucho de novillero sin caballos. En 1999 cogió la alternativa, y no le salían muchas corridas. Su familia es humilde y había que comer. En Arnedo todo el mundo se dedica al calzado. Decidió trabajar pintando suelas de zapatos. Eso sí, sus horas de entrenamiento eran sagradas. Luego cambió por pintor de brocha gorda. No quería casarse hasta romper en su profesión. Con 28 años decidimos que ya llevábamos mucho tiempo y que la vida tiene que seguir. Nos casamos en 2003 y Claudia nació hace tres años.
-¿Duro entonces?
-Sí, mucho. En Francia le llamaban ‘niño prodigio’. Después de la alternativa, sufrió un parón. Dicen que se torea como se es y Diego es muy de verdad, muy sincero, va por derecho.
-¿Cómo fue su primer traje de luces?
-No recuerdo si era blanco o caña, de segunda o tercera mano. El primero que se mandó hacer fue un regalo de gente amiga de Arnedo, salmón y oro. Ahora tendrá siete u ocho. A mí me gustan los azules, el azul Bilbao.
-¿Es supersticioso con alguno?
-Él no, yo sí. Tenía un traje que se hizo para la alternativa, blanco y plata, y cada vez que se lo ponía, se rompía. Le cogía. Yo no podía soportar aquel traje. Él me decía que no era el traje, que era él. No es supersticioso.
-¿Qué hacen cuando se rompe el traje?
-Si se rompe el bordado hay que cambiar la taleguilla, el pantalón entero; si solo es el punto, se conserva el oro.
-¿Cuánto cuesta un traje de luces?
-Unos 7.000 euros. Le gustan los de Casa Fermín, en Madrid.
-¿Y el capote de paseo?
-El primero fue de la virgen de Vico, nuestra patrona. El de la virgen de Valvanera lo ganó en la feria de Logroño.
-¿Usted nunca le ha dicho: ‘Diego, por favor, por Claudia y por mi’?
-Se pasa muchas veces por la cabeza, pero te metes en esta vida sin querer y lo aceptas. Yo sé que no le puedo decir que lo deje porque es su vida y lo he conocido así. No soy nadie para decirle deja o deja de hacer. Es su profesión. Yo tengo mucho carácter y a veces pienso que es una mierda.
-Pero ahora le van mejor las cosas.
-Sí, le van bien, pero la vida de un matador de toros, y de quienes estamos alrededor, es durísima.
-¿Por qué?
-Vivimos en tensión. Si toreas porque toreas y si no, porque no toreas. Vivimos bien de ello, pero no hay descanso. Piensas que al acabar la temporada te relajarás, pero entonces llega el campo, y cuando no viene con el codo roto, ha recibido un varetazo. La vida de un matador de toros es muy estresante, no existe la monotonía. Cuando después de tanta lucha se recompensa con un triunfo en una plaza, no hay palabras para describirlo.
-¿Es cierto que Bilbao es una plaza distinta o es una bilbainada?
-A mí me encanta. Llevo 12 años viniendo y tienen una forma diferente de ver el toreo. Ven si está bien y si no, lo respetan. Otra cosa son los triunfos. Los toreros saben que en Bilbao no se regala nada.
-¿Cómo se entrena?
-Eso es lo que le ha mantenido vivo. Durante mucho tiempo no ha tenido ni vacas para torear porque no se las daban
-¿A qué escuela fue?
-El toreo se lo inculcó Rafael Guerrero, un señor de Arahal, Sevilla, que tenía un bar en Arnedo. Lo que le enseñó este señor y el tiempo. Luego, Luis Miguel Villalpando, su apoderado, confió en él. Ha tenido pocos amigos pero muy buenos y grandes aficionados. Y luego con el entrenamiento.
-Pero, a ver, ¿qué hace?
-Pasea dos horitas por la mañana y luego otras dos horas de toreo de salón. Su hermano Juanjo, que va con él, tiene una gran capacidad para imitar toros. Le dice: ‘Te voy a hacer un Victorino complicado’ O un toro extraordinario, o con motor, o que va a rematar. Esto lo hacen en la plaza de toros de Arnedo. En casa tiene una muleta debajo del sofá y cuando no hay nada que hacer, la coge y hala, para aquí, para allá, mientras yo veo la tele. Tiene una afición desmedida. Siempre la ha tenido.
-¿Qué rituales sigue?
-Duerme bien de víspera, come poco, un platito de pasta, echa la siesta o no duerme pero descansa, se levanta y a vestir.
-¿Cuánto tarda?
-Una hora, le ayuda el mozo de espadas. Llega 20 minutos antes del paseíllo, va a la capilla… Diego es creyente
-¿Y después?
-Va a la habitación y se ducha y si ha triunfado la habitación está repleta y si no, estamos los de siempre.
-¿Usted tiene rituales?
-Normalmente, cuando torea no suelo estar, no voy al hotel. Yo hago mi vida. Voy a la plaza, a un tendido de sombra, y siempre acompañada de amigos. Me gusta pasar desapercibida. Le digo que si disfruta él, disfruto yo. No siempre estamos igual, hay plazas y días.
-¿Tiene capilla?
-Pequeña, en casa, con fotos de mi marido, de la virgen de Vico, la de Valvanera… Es tal la tensión que pasas, que necesitas pedirle a alguien que por favor no pase nada. Creo que hay que creer en algo.
-Y si ve que el toro es una alimaña, ¿qué hace?
-Pasar diez minutos de infarto. Me han llegado a dar taquicardias. Cierro los ojos, aprieto los puños, y me encomiendo a quien sea. Y repito ‘Por favor, por favor, por favor’.
-Si usted pudiera elegir otra vida…
-Elegiría lo que le hiciera feliz a Diego.

Publicado en El Correo (4/9/2011).

14 de julio de 2011

Inmaculada González comparte los proyectos de su marido


Inmaculada González Lara
Consorte de... Gonzalo Arroita, director de la Vitoria histórica

"Vitoria era la gran desconocida"

Estudió Derecho y se licenció en 1995, un año después del nacimiento de su primer hijo. Inmaculada Gómez Lara es la esposa de Gonzalo Arroita, director de la Agencia de Revitalización Integral del Casco Histórico de Vitoria (ARICH), cargo que abandonará en octubre. Nació en 1967 y es de Bilbao. Tienen tres hijos.
- ¿Cómo se conocieron?
- En Algorta, en una fiesta. Fue en 1987. Mis padres siempre han sido muy estrictos con el horario. A las diez tenía que estar en casa, o sea que era una fiesta muy 'light'. Luego empezamos a quedar. Un día me llevó a tomar un café a Santoña. Fue surgiendo.
- ¿No sabe ni la fecha?
- Sí. Era diciembre del 87, justo antes de Navidades.
- ¿Y cuándo se casaron?
- En el 92. Tenemos tres hijos de 17, 14 y 9. Me habría gustado tener más, pero el menor requería mucha atención. Ahí dejé de trabajar porque no daba abasto. Ahora es maravilloso, tiene un carácter muy bueno.
- ¿Qué formación tiene Gonzalo?
- Es abogado. Hay tres en la familia.
- ¿Tres y usted?
- No, yo no ejercí como abogada, a pesar de que trabajé en el bufete de su hermana. Aprendí mucho, pero no he estado colegiada. No he firmado nunca. Luego di clases en un academia. Primero, de Derecho Mercantil. Los preparaba para la Uned y aprobaron todos. Cuando nació el pequeño, lo dejé todo.
- ¿Y qué le vio a Gonzalo?
- ¡Huy...!, me encantó su carácter. Era muy alegre, listo, educado, deportista...
- ¿Lo tenía todo? ¿Era guapo?
- Guapísimo. Sí, lo tenía y lo tiene. ¡Yo qué voy a decir!
- ¿Qué hacían de novios?
- Excursiones, muchas. A él siempre le ha gustado conocer cosas nuevas. Muchas de las cosas que he conocido han sido por su inquietud de saber.
- Y se casaron.
- Sí, en Begoña. Celebramos la boda en la Bilbaína. Un viernes de noviembre. Salió viento sur. Nos queríamos haber casado un sábado, pero fue el año que a su madre le detectaron un tumor en la cabeza. La operaron. Teníamos todo programado, pero no sabíamos si podríamos casarnos. Todo fue bien y en septiembre, con las clases empezadas en la 'uni', fui a buscar el traje de novia. No tuvimos que aplazarla.
- ¿Y querían tener familia numerosa?
- Sí, y más de tres. Yo me he hecho más niñera a partir de tener hijos. No me gustaban los niños, me gustan los míos. Era un poco intransigente. Ahora me van gustando más y me parecen más divertidos. Quizá era porque no los entendía.
Premios
- ¿Dónde trabajaba él?
- En Vitoria, en el Gobierno vasco. Fue uno de los primeros funcionarios. Después, a finales de los 90, le llamaron para la Fundación Catedral Santa María y hace tres años para la Ciudad Histórica.
- ¿En aquel momento fueron conscientes de la trascendencia que tendría para Vitoria?
- Creo que nadie. Era un reto. Se trataba de llevar a cabo un plan integral. Gonzalo se estudia mucho las cosas.
- Ha tenido un gran impacto en la ciudad.
- Sí. Y él está muy satisfecho de ello porque el trabajo le ha gustado y, además, ha sido reconocido. Les han dado muchos premios.
- Esperó a decírselo.
- Nunca espera. Si considera que me lo tiene que decir, me llama. Yo hago lo mismo. Y a él, cuando algo le preocupa o le importa, se le nota en la cara. Y no solo yo, cualquiera.
- ¿Muchos premios?
- Sí, pero más que los personales, le han hecho ilusión cuando eran al proyecto. La declaración de Patrimonio Histórico por parte de la Unesco fue para él lo más. Ha sido el que más le ha gustado porque era un reconocimiento al trabajo en equipo. Han sabido encontrar el papel de cada uno y eso es muy importante en un trabajo. Eso es mucho mérito.
- ¿Y los descubrimientos arqueológicos?
- Va todo unido. Pero eso es más emocionante para los arqueólogos. A quien lo dirige puede ilusionarle más que el proyecto se reconozca y que genere riqueza a los comerciantes y vecinos. El lema 'Abierto por obras' ha llegado a todo el mundo. Vitoria era para muchos la gran desconocida. Sin embargo, que haya colas para entrar, que las agencias de viajes ofrezcan Vitoria como ofrecen Bilbao y San Sebastián... Eso es muy bonito e importante.
- Insisto, los hallazgos arqueológicos...
- Claro, las tibias que salían de la pared era lo que más impresionaba a mis hijos cuando han ido a ver las obras.
- ¿Cuántas veces ha visitado la catedral?
- No muchas, como tres. Mis hijos más porque, además, han ido con el colegio y porque Gonzalo, si un sábado tiene que ir a Vitoria y alguno de sus hijos quiere acompañarle, se lo lleva.
- Y después la rehabilitación la Ciudad Histórica, ¿tendrá tanta cola como la catedral?
- Yo creo que sí. Es un plan bonito y lo están haciendo bien. Han abierto los caños, que son patios interiores, como un patio de vecinos, que tienen entrada por la calle. Los han rehabilitado, les han puesto verde...
- ¿Por qué se llaman caños?
- No lo sé, quizá porque en ellos había cañerías. Los abren una vez al mes.
- ¿Es como un patio cordobés?
- Exacto. Tendrá repercusión. Lo mismo que los murales que han hecho. Hay que verlos. Han pintado las paredes y al verlas da la sensación de que son de verdad.
- ¿Es usted partícipe de los proyectos de su marido?
- Totalmente.
- ¿El podría haberlo logrado si usted no se hubiera encargado de la familia?
- Sí. Yo no dejé de trabajar por los proyectos de Gonzalo. Yo tomé la decisión porque me gustaba y podía hacerlo. He tenido esa suerte. Si no, nos habríamos apañado para que yo pudiera llevar a cabo mi proyecto laboral. Pero una ayuda sí ha sido.
- Y tranquilidad.
- También
La foto es de Rafa Gutiérrez.

30 de mayo de 2011

"Nos peleamos cuando hay fútbol"

María Gorostiza

Consorte de... Antonio Basagoiti, líder del PP vasco

"Nos peleamos cuando hay fútbol"


Bilbao es una parte importante de la biografía y la personalidad de María Gorostiza, esposa de Antonio Basagoiti, presidente del PP vasco. Es la ciudad en que nació, en 1970, donde se licenció en Informática, donde vive… En el salón de su casa hay un cuadro original: «Un día le comenté a Antonio que iba a coger una baldosa de acera de unas obras. Unos días después, me la trajo enmarcada. Me hizo mucha ilusión».
– ¿Cómo se conocieron?
– En una fiesta de Nuevas Generaciones del PP.
– ¿Usted también militaba?
– Sí, iba de apoderada a las mesas. En las elecciones en que salió concejal en 1995, él estaba en una mesa y yo en otra. No llegué a verlo, pero sí mis hermanas. Cuando al día siguiente salió en los periódicos, me lo dijeron y que era muy guapo. Miré la foto y no me pareció que fuera para tanto.
– ¿Y después?
– Coincidimos en la fiesta. No sé cómo empezamos a hablar. Estuvimos bailando, nos dimos los teléfonos y así empezó.
– ¿Qué impresión le causó?
– Me pareció simpático. Fue inesperado y muy rápido porque al de un año nos casamos, y 10 meses después nació la niña mayor. Ya va al colegio, al modelo B.
– ¿Tienen más?
– Son tres niñas, de 13, 8 y dos años y medio.
– ¿Qué hay de ese tópico de que la gente de derechas tiene más hijos?
– No tiene que ver con ser de derechas. Muchos tienen dos y algunos tres. Otros no pueden tener más, por desgracia.
– ¿Ha trabajado?
– Sí. Cogí la excedencia cuando nació la pequeña.
– ¿Le gusta ejercer de mamá?
– He tenido hijos para estar con ellos y me gusta. Para mí es importante que uno de los padres esté en casa.
– ¿Qué imagen pública tiene su marido?
– Buena porque es claro, se le entiende muy bien… A veces dice tacos y no me gusta. Cuando detuvieron a la cúpula de ETA, dijo que era una noticia cojonuda. No me gusta, no queda bien.
– ¿Ha mejorado su imagen desde que, hace dos años, apoyó a Patxi López como lehendakari?
– Sí, porque la gente ha visto que está por sus ideas, por convicciones políticas. Es el primer caso de alguien que apoya a un Gobierno sin ocupar un cargo en él.
– Es hijo del presidente de Banesto. ¿Su familia entiende que se dedique a algo tan ingrato como la política?
– Yo sí porque comparto sus mismas ideas. Es duro y se pasan muchos malos ratos; pero quizá se pueda conseguir que, en el futuro, nuestras hijas vivan en el País Vasco en libertad. Sería bonito, dentro de unos años, saber que has trabajado para conseguir eso. Desde Madrid se entiende peor que quiera vivir así.
– Así es con escoltas y fuertes medidas de seguridad...
– Claro. Si no los tuviera, la vida sería distinta, sería como la de una persona normal.
Menos miedo
– ¿No cree que en el País Vasco se entiende peor que en otros lugares de España que alguien sea del PP?
– Sí. Nos pasó una vez. Estábamos hablando con unas señoras y, cuando nos vieron la credencial del PP, se sorprendieron: ‘Ay, qué pena esas chicas con los simpáticas que son y del PP’, dijeron. ¿Qué pasa, que en el PP no puede haber personas simpáticas o qué?
– Habrá quien oculte su militancia.
– Ahora se atreven más.
– ¿Qué opinión le merece?
– Así de repente, me da como asco, pero no por la persona sino por la situación. Ahora se está perdiendo el miedo. Desde que gobierna el PSE no se nos ve cómo bichos raros.
– ¿Cómo lleva lo de la escolta?
– Ya son años. Cuando éramos novios no tenía y andábamos en moto, pero mis hijas no han vivido otra cosa. Te acostumbras, pero es un rollo.
– ¿Supedita sus decisiones a la carrera de su marido?
– Sí, pero no me pesa porque creo en lo mismo que él. Bueno, no me pesa porque estamos aquí, pero si tuviéramos que vivir fuera… A mí me gusta vivir en Bilbao.
– Cuándo lo conoció, ¿imaginó el porvenir?
– No, era concejal del Ayuntamiento.
– A veces, sucede que determinadas personas no alcanzarían algunas metas si sus parejas no fueran también ambiciosas. ¿Encaja en usted?
– No solemos hablar mucho de política.
– ¿Cómo lo ve más, de ministro o de lehendakari?
– De lehendakari…, pero me habría gustado más de alcalde de Bilbao.
– ¿Qué les gusta hacer juntos?
– Andar en moto. Hicimos una escapada en moto hasta Galicia, a un congreso del PP.
– ¿Y la escolta?
– Detrás, en coche. Muy romántico.
– ¿Qué echa de menos?
– No me gusta, o preferiría, que no le pararan por la calle.
– ¿Quién cocina?
– Si está en casa, él porque le relaja mucho. Se le da bien, sobre todo la merluza en salsa…
– ¿Se pelean por algo?
– Cuando hay fútbol, porque él y Begoña, la de 8 años, son muy futboleros y nos obligan a verlo en familia. Los fines de semana nos gusta cenar solos y ver películas del videoclub.
– ¿Qué cine les gusta?
– A él, el español. Quiere ver la última de ‘Torrente’, y yo no.
– ¿Pero van a salas comerciales?
– Muy poco. La última vez fue en Valencia.
– ¿Cómo han llevado la campaña electoral?
– Nos hemos visto poco porque tenía que viajar mucho, aunque dentro del País Vasco. Se planteó visitar cada día las tres provincias, o al menos dos.
– ¿Qué decían sus hijas?
– Asumen que, cuando no está en casa, es por trabajo.
– ¿Ha merecido la pena?
– Se han mantenido. Si los resultados no hubieran sido buenos, como en el caso del PSOE, si habría pensado que quizá no merece la pena tanto esfuerzo.
– ¿Le acompañará a ver la ultima de ‘Torrente’?
– Sí, la alquilaremos para verla juntos.
Publicado en El Correo, 29/05/2011.
La foto es de Luis Ángel Gómez.