11 de febrero de 2013

Vivan los reportajes

Tengo una relación curiosa con las revistas de los diarios, esos colorines que reparten los fines de semana: No las tiro hasta que no las he mirado enteras. Como si contuvieran cosas que no puedo perderme. No leo muchos de los reportajes que publican, pero siempre hay una página en la que me detengo y leo con mucho interés. Eso es lo que justifica que se me amontonen las revistas en al menos dos rincones de la casa.
Esta mañana, he leído las primeras líneas de un reportaje sobre transporte de mercancías: "[...] si uno palpa la barandilla, siente un motor de 93.000 caballos al ralentí. Su vibración recorre como un ejército de hormigas este cascarón de acero...".
He sentido una mezcla de admiración, envidia, añoranza, deseo impelente y hambre.
Mientras desayunaba, he seguido pensando sobre el placer que proporciona la lectura de algunos reportajes, de aquellos que tienen esa misma capacidad de cierto cine y cierta literatura de trasladarte a mundos desconocidos y hacerte sentir.

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