1 de diciembre de 2011

¿Se debe o no titular con la nacionalidad?

Traigo la noticia publicada en El Correo, pero podría ser en cualquier otro medio, porque la cobertura ha sido exagerada.
Hay quien ha considerado que se trata de una "reconfortante noticia sobre la inmigración". A mí no me lo parece.

Los decálogos para un buen tratamiento de la inmigración en los medios de comunicación recomiendan que se mencione la nacionalidad o el origen de los protagonistas de la noticia solamente en aquellos casos en los que es imprescindible para la comprensión de lo sucedido.

De modo que nos encontramos ante un paradoja: Si no es necesario para comprender lo sucedido, no se debería mencionar la nacionalidad y, si es imprescindible para entenderlo, debemos preguntarnos qué hay de sorprendente en que un marroquí devuelva un dineral en décimos de lotería.

Otro día hablaremos del afán de los medios por tratar como heroicidades cosas muy comunes.

6 comentarios:

June Fernández dijo...

Lo explicas muy bien. Si tuviera el mismo impacto titular "Devuelve 400 décimos de lotería extraviados", el dato es irrelevante. Si el periódico lo considera relevante, está claro que es porque le sorprende, o sea que parte con un prejuicio negativo de los marroquíes, contrario a la nobleza.

Respecto a citar el origen, está claro que si se cita en el caso de personas que han cometido un delito, se está alimentando la xenofobia. El debate que hay es si conviene citarlo en otro tipo de contextos, para reflejar la diversidad de la sociedad y para que no todas las noticias sobre inmigrantes sean negativas (teniendo en cuenta que el dato se sigue dando, obviando lo que dicen los decálogos).

En SOS Racismo hemos debatido sobre la importancia que se ha dado a que el Athletic tenga un jugador medio negro (o medio blanco; un compañero nos decía que eso de considerarlo negro se le llama hipofiliación). Había quien consideraba positivo para visibilizar la diversidad que se citase el color de su piel, mientras que otra gente lo encontraba absurdo. ¿Se destaca que un jugador sea rubio o que tenga los ojos grises? Si el chico es vasco, ¿qué interés tiene el color de su piel? Y, ¿por qué seguimos creyendo en las razas si está demostrado que no existen, que como tú bien decías son eso que decide qué tirita se pone una persona?

Ander Izagirre dijo...

Todavía más: ¿cómo saben que el "ciudadano desconocido" era de nacionalidad marroquí? Leo la noticia y no entiendo cómo lo supieron. ¿Lo sabían de verdad o es por no decir que era un moro?

momodice dijo...

No tengo respuesta a tus preguntas, Ander. Creo que se puede tratarse de un prejuicio por el aspecto físico. O quizá -y esto es ficción- el cudadano que entregó la lotería era conocido en el lugar, aunque quisieron preservar su identidad hasta que la presión de los medios y televisiones fue tal que cedieron.

momodice dijo...

June: es muy interesante lo que planteas. El concepto de 'hipofiliación' es estremecedor (Para saber más, http://cort.as/1NeG). Ya recuerdo haber tenido discusiones cuando la elección de Obama y haberme sentido sola al afirmar que, en el caso del presidente de EE UU, la raza era una adscripción voluntaria.
Con respecto a identificar la raza o el origen cuando el contexto es positivo, tiene el riesgo de que se señala como diferente a quien queremos que sea tratado como igual.
No obstante, puede ser un argumento importante para los racistas, o contra los racistas, pero no para la formación del ideario al que aspiramos.

Aitor Sancho de Pablo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Aitor Sancho de Pablo dijo...

Muy buena reflexión.
Para más inri, esta noticia aparece en el anuncio de Coca-Cola.
La puntualización innecesaria que hace el periodista sobre la nacionalidad esconde en realidad un prejuicio negativo que es contrarrestado de cara a la galería por saberse políticamente incorrecto. Y así cae en la demagogia.
Pero es casi peor el remedio que la enfermedad, porque ese intento de discriminación positiva fuera de contexto es el que hace saltar la liebre e infunde sospechas en el lector perspicaz. Es un efecto boomerang: el autor, sin preverlo, se descubre a la par como un prejuicioso y un hipócrita.
Hay que tener cuidado con la discriminación positiva inmerecida, puede crear mucho malestar y al final ser igual de dañina que la negativa.
Por ejemplo, la paridad "per se": una persona debe ser elegida para desempeñar un cargo en base a su aptitud e independientemente de su sexo.