28 de marzo de 2015

El día que no estaban en la redacción

En noviembre, me fui con Andrea Momoitio, subdirectora de Pikara Magazine, a recoger el premio que la Associació de dones periodistes de Catalunya nos había otorgado, el 'Premi Bones Pràctiques de Comunicació no Sexista 2014 per una iniciativa de comunicació feminista'. Fue un acto intenso y emotivo en el que se entregaron una decena de reconocimientos. No todos por buenas prácticas. Cuatro menciones de las malas se las llevaron medios y organizaciones profesionales. Lo puedes leer aquí. Y al menos un par acudieron a recoger la reprimenda. Como no podía ser de otra forma, el representante del medio que acudió al acto se defendió: él ese día no había trabajado.
Normal. Y tan normal. No era la primera vez que lo oía ni ha sido la última.
Es hasta comprensible esta reacción ante la crítica fundamentada cuando se juega en campo contrario. Cabe preguntarse qué habría pasado si ese día la persona en cuestión hubiera estado en la redacción. La lectura habitual de ciertos diarios indica que, si el hecho de que incurran tantas y tantas veces en actitudes sexistas y machistas dependiera de la presencia de uno de sus cargos, deberíamos concluir que esa persona apenas si acude a la redacción. Esa es una actitud defensiva para esas ocasiones en las que es imposible de reivindicar el producto como bueno. Se opta por una tranferencia de responsabilidades: "No es cosa mía", " Yo ese día no estaba", "Eso debió de pasar cuando me fui al lavabo".
Otra actitud defensiva es la negación. Viene a resumirse en "Eso no es como lo cuentas. Esa es tu opinión. Yo no lo veo". 

Esta semana, el Ayuntamiento de Bilbao celebró su último pleno antes de las elecciones locales. En él, uno de los temas era la propuesta del PP de controlar determinada zona del extrarradio de la ciudad frecuentada por homosexuales que van a ligar. Lo puedes leer aquí

El periodista escribe: Enterado del asunto hace días por la moción del PP, el concejal de Seguridad, Tomás del Hierro, acudió a la zona para hablar con los vecinos e interesarse por la situación. "Fuimos y nos 'entraron' (quienes practican cruising), ha confesado Del Hierro entre las risas de los corporativos. Tras subrayar que "el problema es que se haga a la vista de la gente", el responsable municipal de Seguridad ha agregado: "La sensación que tuve allí... No sé explicarme", ha añadido turbado.

Esa es una actitud homófoba: Primero, por las risitas. ¿Se habrían reído si el tema hubiera sido, por ejemplo, tráfico de drogas? ¿Les habría hecho gracia que un camello les hubiera 'entrado'? Evidentemente, no es comparable la actividad de un camello y la de un gay que quiere ligar, pero me sirve para hacernos pensar que, si se hubiera tratado de un asunto en el que no sienten cuestionada su heterosexualidad y hombría, en primer lugar, nadie hubiera reído; en segundo, de hacerlo, le habrían afeado la conducta. El concejal no sabe ni explicar la sensación que tuvo. No sabe o no quiere ponerlo en palabras.

Ese pleno llegó a los medios y hubo quien descartó informar sobre ese aspecto porque eso no es noticiable, no lo percibieron como homofobia. Me consta al menos un caso de quien después ha tenido oportunidad de leer la acusación de homofobia. Lo ha negado.

Por cierto, el redactor que introdujo el verbo confesar, también podría hacerse algunas preguntas. Debe de ser que el verbo 'decir' les resulta ramplón.

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