Mi infancia transcurrió en un barrio rodeado de huertas y pequeñas casitas.
Al principio, los caminos eran de guijarro... o de barro. Jugábamos al hinque,
al trucumé, a las chapas y las canicas, a la cuerda, a la goma, a 'Tres
navíos en el mar', a ponernos latas de conserva en los pies y dar la lata a las
vecinas...
El acontecimiento anual era la sanjuanada. Los días previos, recolectábamos
helechos, ramas, muebles viejos, papel, cartón y, en lo alto, colocábamos un
muñeco hecho con paja y ropas viejas. Ese era el día de los niños, y de las
niñas, claro.
A mediados de los setenta, los curas de la parroquia de Andra Mari -Txomin, José
Mari y don Francisco (luego, Patxi)- abrieron un local en la parte trasera del
barrio. Era una lonja preciosa y muy bien diseñada entre las calles Iturbide y
Maidagan. Ahí nos juntábamos, hacíamos reuniones, teatro, exposiciones, concursos
de ajedrez... Los domingos, se celebraba misa. Por aquello de la sanjuanada,
José Mari propuso llamarlo Donibane.
A ver si consigo describirlo bien. Tenía forma de cuadratín -#- aunque no
era romboide: sus líneas eran perpendiculares y la zona central, rectangular.
En las cuatro esquinas, había un sistema de biombos que permitía distintos usos
simultáneos. Yo diría que los tonos eran granates y negro ala de mosca, aunque
no estoy muy segura.
En ese local, gané una medalla en un campeonato de ajedrez, estropeé un
juego de luces que Javi V. había preparado para la representación de 'El
principito' y fui jurado de un concurso de dibujos de belenes. Uno de ellos, de
una criaja de muy poquitos años, era un manchurrón oscuro en forma de arco con
un rectángulo que contenía tres puntos a la derecha. Cuando le preguntamos qué
había hecho, dijo que era el portal de Belén, que lo habían cerrado por el frío
y había que tocar el timbre.
En algún momento, el local perdió actividad y los curas se lo cedieron a una
organización ocupacional para personas con síndrome de Down.
Allí estuvieron un tiempo que no puedo precisar. Después, se trasladaron a
Leioa, al barrio Sarriena. Y allí siguen. Lo curioso, es que se llevaron el
nombre: Donibane. Puedes verlo aquí.
Hace casi 50 años de esto y estoy segura de que sus actuales ocupantes no
saben de dónde les viene el nombre
Por cierto, Txomin todavía vive.
Hace 8 años
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