4 de abril de 2012

No es él quien se expresa sino su personaje

Lo escribió en noviembre, pero se me traspapeló la idea y hoy, poniendo orden, he dado con ella.
Cito textuales las partes del artículo de Arturo Pérez-Reverte que me interesan. Quien quiera puede leer el artículo entero aquí.
Lo tituló 'Hablando mal y pronto' .
"No soy mal hablado (sic). Al contrario. [...] me precio de no haber sido grosero nunca, incluso ante casos de impertinencia pertinaz. [...] Otra cosa es esta página pecadora y semanal, donde quien se expresa no es el arriba firmante, sino un personaje literario o algo por el estilo, situado a medias entre el novelista que soy, el reportero que fui y el ciudadano de barra de bar inclinado a ajustar cuentas con métodos y expresiones que buscan la eficacia".
Vaya. No era él quien hablaba sino una suerte de personajillo inventado. ¿Con qué fin?
Según datos de la OJD, viejos, pero que tienen su utilidad, la revista en la que publica, 'XLSemanal', tira una cantidad muy superior al millón de ejemplares. Cada siete días, más de un millón de personas tienen la oportunidad de leer lo que Pérez-Reverte escribe y él ha aprovechado esa grandísima tribuna para crear un personaje que no sé si escribe tan bien como sería exigible a un novelista, pero sí sé que carece del rigor que se presume a un reportero. Las cualidades de un ciudadano de barra del bar que frecuenta Pérez-Reverte las ignoro. Me basta leerle a él para saber que no se me ha perdido nada en esa guarida.
Y ahora resulta que no se gusta, que no le gusta su creación, que se distancia de ese personaje al que pone voz cada domingo y al que ha construido semana a semana, palabra a palabra, eligiendo los temas, argumentándolos y dándolos a imprenta.
No reniega del ideario, sino del modo de expresarse y dice de sí mismo que no es "malhablado", aunque él, que aceptó ocupar un sillón en la Real Academia Española, lo escribe en dos palabras.
Se precia de "no haber sido grosero nunca". Sin embargo, son muchas las descortesías hacia quienes no comparten sus ideas, sus anhelos o su vocabulario; ha hecho bandera de la ordinariez y la zafiedad sin reparar en que, muchas veces, declaraba enemiga a gente que para defenderse de su florete no contaba sino con una espada de madera.
No sé, por citar un ejemplo: el 20% de los resultados que da una búsqueda del término feminazi en Google  está asociado a su apellido. Cualquier persona, por ejemplo, una de esas feministas a quienes él tanto ha denostado hubiera preferido crear un personaje que se asociara con igualdad, justicia o derechos humanos.
Lo fundamental de cualquier empresa es el propósito. Y la decencia.

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