9 de marzo de 2020

¡¡¡Trata de blancas!!!, ¡¡¡de blancas!!!

Este domingo, Ana Pastor entrevistó en 'El objetivo' a Irene Montero, ministra de Igualdad. Buena parte del tiempo lo dedicó a las trifulcas con la ley de Libertad Sexual, pero finalmente se centró en ella. Estaban hablando de prostitución, de abolición, de regulación..., cuando Ana Pastor se refirió a "la trata de blancas" (sic).
Ya bastante lío es confundir prostitución y trata como para enredarlo un poco más con un adjetivo que apela a la raza. La trata es esclavitud y la trata con fines sexuales no debe confundirse con prostitución, aunque compartan clientela: los puteros. La prostitución es una forma de sometimiento, pero puede ejercerse sin sufrir cautiverio ni la extorsión a que las esclavas están sometidas. Por citar alguna, les privan de documentación y las encierran en pisos; les arrebatan los hijos, si los tienen; las amenazan con ellos, con sus familias y su propia vida.
Hablar de "trata de blancas" es, en primer lugar, racista y, en segundo, denigrante. El lenguaje es una herramienta que quienes practican el periodismo deben tener actualizada y reflexionada.
Lo sorprendente es que la ministra lo dejó pasar.
Otros que deben actualizar sus conceptos y acepciones son los miembros de la Real Academia, que definen 'trata' como "Tráfico que consiste en vender seres humanos como esclavos"; y 'trata de blancas' como "Tráfico de mujeres, que consiste en atraerlas con coacción o mediante engaño a centros de prostitución para su explotación sexual".
No es inhabitual: esta semana pasada una redactora de la SER usó la misma expresión.

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