Este domingo, Ana Pastor entrevistó en 'El objetivo' a Irene Montero,
ministra de Igualdad. Buena parte del tiempo lo dedicó a las trifulcas con la
ley de Libertad Sexual, pero finalmente se centró en ella. Estaban hablando de
prostitución, de abolición, de regulación..., cuando Ana Pastor se refirió a
"la trata de blancas" (sic).
Ya bastante lío es confundir prostitución y trata como para enredarlo un
poco más con un adjetivo que apela a la raza. La trata es esclavitud y la trata
con fines sexuales no debe confundirse con prostitución, aunque compartan
clientela: los puteros. La prostitución es una forma de sometimiento, pero
puede ejercerse sin sufrir cautiverio ni la extorsión a que las esclavas están
sometidas. Por citar alguna, les privan de documentación y las encierran en
pisos; les arrebatan los hijos, si los tienen; las amenazan con ellos, con sus
familias y su propia vida.
Hablar de "trata de blancas" es, en primer lugar, racista y, en
segundo, denigrante. El lenguaje es una herramienta que quienes practican el
periodismo deben tener actualizada y reflexionada.
Lo sorprendente es que la ministra lo dejó pasar.
Otros que deben actualizar sus conceptos y acepciones son los miembros de la
Real Academia, que definen 'trata' como "Tráfico
que consiste en
vender seres humanos
como esclavos";
y 'trata de blancas' como "Tráfico de
mujeres, que consiste
en atraerlas con
coacción o
mediante engaño
a centros
de prostitución
para su
explotación sexual".
No es inhabitual: esta semana pasada una redactora de la SER usó la misma
expresión.
Hace 7 años
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