Inmaculada González Lara
Consorte de... Gonzalo Arroita, director de la Vitoria histórica
"Vitoria era la gran desconocida"
Estudió Derecho y se licenció en 1995, un año después del nacimiento de su primer hijo. Inmaculada Gómez Lara es la esposa de Gonzalo Arroita, director de la Agencia de Revitalización Integral del Casco Histórico de Vitoria (ARICH), cargo que abandonará en octubre. Nació en 1967 y es de Bilbao. Tienen tres hijos.
- ¿Cómo se conocieron?
- En Algorta, en una fiesta. Fue en 1987. Mis padres siempre han sido muy estrictos con el horario. A las diez tenía que estar en casa, o sea que era una fiesta muy 'light'. Luego empezamos a quedar. Un día me llevó a tomar un café a Santoña. Fue surgiendo.
- ¿No sabe ni la fecha?
- Sí. Era diciembre del 87, justo antes de Navidades.
- ¿Y cuándo se casaron?
- En el 92. Tenemos tres hijos de 17, 14 y 9. Me habría gustado tener más, pero el menor requería mucha atención. Ahí dejé de trabajar porque no daba abasto. Ahora es maravilloso, tiene un carácter muy bueno.
- ¿Qué formación tiene Gonzalo?
- Es abogado. Hay tres en la familia.
- ¿Tres y usted?
- No, yo no ejercí como abogada, a pesar de que trabajé en el bufete de su hermana. Aprendí mucho, pero no he estado colegiada. No he firmado nunca. Luego di clases en un academia. Primero, de Derecho Mercantil. Los preparaba para la Uned y aprobaron todos. Cuando nació el pequeño, lo dejé todo.
- ¿Y qué le vio a Gonzalo?
- ¡Huy...!, me encantó su carácter. Era muy alegre, listo, educado, deportista...
- ¿Lo tenía todo? ¿Era guapo?
- Guapísimo. Sí, lo tenía y lo tiene. ¡Yo qué voy a decir!
- ¿Qué hacían de novios?
- Excursiones, muchas. A él siempre le ha gustado conocer cosas nuevas. Muchas de las cosas que he conocido han sido por su inquietud de saber.
- Y se casaron.
- Sí, en Begoña. Celebramos la boda en la Bilbaína. Un viernes de noviembre. Salió viento sur. Nos queríamos haber casado un sábado, pero fue el año que a su madre le detectaron un tumor en la cabeza. La operaron. Teníamos todo programado, pero no sabíamos si podríamos casarnos. Todo fue bien y en septiembre, con las clases empezadas en la 'uni', fui a buscar el traje de novia. No tuvimos que aplazarla.
- ¿Y querían tener familia numerosa?
- Sí, y más de tres. Yo me he hecho más niñera a partir de tener hijos. No me gustaban los niños, me gustan los míos. Era un poco intransigente. Ahora me van gustando más y me parecen más divertidos. Quizá era porque no los entendía.
Premios
- ¿Dónde trabajaba él?
- En Vitoria, en el Gobierno vasco. Fue uno de los primeros funcionarios. Después, a finales de los 90, le llamaron para la Fundación Catedral Santa María y hace tres años para la Ciudad Histórica.
- ¿En aquel momento fueron conscientes de la trascendencia que tendría para Vitoria?
- Creo que nadie. Era un reto. Se trataba de llevar a cabo un plan integral. Gonzalo se estudia mucho las cosas.
- Ha tenido un gran impacto en la ciudad.
- Sí. Y él está muy satisfecho de ello porque el trabajo le ha gustado y, además, ha sido reconocido. Les han dado muchos premios.
- Esperó a decírselo.
- Nunca espera. Si considera que me lo tiene que decir, me llama. Yo hago lo mismo. Y a él, cuando algo le preocupa o le importa, se le nota en la cara. Y no solo yo, cualquiera.
- ¿Muchos premios?
- Sí, pero más que los personales, le han hecho ilusión cuando eran al proyecto. La declaración de Patrimonio Histórico por parte de la Unesco fue para él lo más. Ha sido el que más le ha gustado porque era un reconocimiento al trabajo en equipo. Han sabido encontrar el papel de cada uno y eso es muy importante en un trabajo. Eso es mucho mérito.
- ¿Y los descubrimientos arqueológicos?
- Va todo unido. Pero eso es más emocionante para los arqueólogos. A quien lo dirige puede ilusionarle más que el proyecto se reconozca y que genere riqueza a los comerciantes y vecinos. El lema 'Abierto por obras' ha llegado a todo el mundo. Vitoria era para muchos la gran desconocida. Sin embargo, que haya colas para entrar, que las agencias de viajes ofrezcan Vitoria como ofrecen Bilbao y San Sebastián... Eso es muy bonito e importante.
- Insisto, los hallazgos arqueológicos...
- Claro, las tibias que salían de la pared era lo que más impresionaba a mis hijos cuando han ido a ver las obras.
- ¿Cuántas veces ha visitado la catedral?
- No muchas, como tres. Mis hijos más porque, además, han ido con el colegio y porque Gonzalo, si un sábado tiene que ir a Vitoria y alguno de sus hijos quiere acompañarle, se lo lleva.
- Y después la rehabilitación la Ciudad Histórica, ¿tendrá tanta cola como la catedral?
- Yo creo que sí. Es un plan bonito y lo están haciendo bien. Han abierto los caños, que son patios interiores, como un patio de vecinos, que tienen entrada por la calle. Los han rehabilitado, les han puesto verde...
- ¿Por qué se llaman caños?
- No lo sé, quizá porque en ellos había cañerías. Los abren una vez al mes.
- ¿Es como un patio cordobés?
- Exacto. Tendrá repercusión. Lo mismo que los murales que han hecho. Hay que verlos. Han pintado las paredes y al verlas da la sensación de que son de verdad.
- ¿Es usted partícipe de los proyectos de su marido?
- Totalmente.
- ¿El podría haberlo logrado si usted no se hubiera encargado de la familia?
- Sí. Yo no dejé de trabajar por los proyectos de Gonzalo. Yo tomé la decisión porque me gustaba y podía hacerlo. He tenido esa suerte. Si no, nos habríamos apañado para que yo pudiera llevar a cabo mi proyecto laboral. Pero una ayuda sí ha sido.
- Y tranquilidad.
- También
Publicado en El Correo, 10 de julio de 2011.
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