La firma del autor es muy importante en los medios
Porque identifica al redactor y avala cuanto puede leerse bajo su firma. El periodista, en cada información que suscribe, establece un contrato con sus lectores, o audiencias, en el sentido de que se compromete a que las informaciones son ciertas. Cuando esa firma desaparece, se disipa la responsabilidad, que inmediatamente recae en el medio. Y en caso de problemas ante terceros, respondería el director o quien él identificara como responsable.
Además, privar de firma a una información es privarla de estilo, de ese afán por pulir, por no dejar un cabo suelto, por elegir la palabra precisa, el verbo perfecto, el dato impecable.
Un diario sin nombres es un diario ramplón, sin fuentes propias, sin primicias ni exclusivas. Ningún periodista dejará el resto por un texto que no le compromete, que podría hacer cualquiera.
Lo que distingue a los grandes medios, a los potentes, es precisamente que sus noticias, por exclusivas, son imprescindibles para ese sector de la ciudadanía que desea estar bien nutrido informativa e intelectualmente. La información es poder, y vale, y cuesta. Y se debe pagar por ella. Y deben pagar tanto las empresas que la suministran como quienes la necesitan.
La gran diferencia entre un diario gratuito y uno de pago es que el lector del gratuito no puede pretender que le den informaciones exclusivas ni exigir por ello. Aunque sí debe exigir que cuanto lea sea riguroso y cierto.
Privar de la firma al medio es privarlo de todo lo anterior. Y esa es la estrategia que han seguido los compañeros de El País para luchar contra las medidas que pretende imponerles su empresa: Por ejemplo, la reducción de su salario a 18.000 euros brutos al año. Como si fueran principiantes, como si Prisa no hubiera obtenidos beneficios, como si sus jefes ganaran la misma miseria. Se puede leer aquí.
Como si El País no necesitara de firmas, de sus firmas.
La de arriba es la de Edgar Allan Poe.
Hace 7 años
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