Hace 7 años
23 de noviembre de 2009
Ella, siempre del lado interior de la acera
Define el protocolo como el arte de hacer bien las cosas. Se trata de Yolanda Amatriain, que ha obtenido una mención en un curso de protocolo. Es decir, ha asimilado el discurso y lo reproduce fielmente, que es lo que se exige, por lo general, para obtener una buena calificación.
En la entrevista, que se puede leer aquí, dice cosas, que le habrán enseñado, como éstas: «Si una pareja -hombre y mujer- pasea por la acera, él tendría que ir en el lado más cercano a la carretera por simple seguridad. Al igual que debería subir antes y bajarse el último de un ascensor, por si sucede algo».
Yo no lo acabo de entender. ¿Seguridad, por qué? ¿Y si hay quitamiedos entre la carretera y la acera? ¿Y si los establecimientos del otro lado de la acera están llenos de delincuentes ansiosos de encontrar a alguien para pegarle el tirón o escupirle una navaja? ¿Y si el peligro del ascensor está a la salida y no dentro de él?
Dudo entre hacer ese curso de protocolo o pensar que se trata de un paternalismo antiguo y el protocolo de esa escuela pertenece a otro siglo, a un siglo en el que la mujer era objeto de protección, porque era el sexo débil.
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4 comentarios:
MI abuela suele decir: "Tenía un reloj de arena y se le paró". Pues eso.
Leí una vez que años atrás, cuando los coches de caballos corrían por las calles, los cocheros (la mayoría diestros), utilizaban con frecuencia sus látigos para animar a sus caballos y más de un/a peatón, habían sido alcanzados por dichos látigos y por dicho motivo, en algunos paises,anglosajones, decidieron cambiar el sentido de la circulación (conducir por la izquierda) para evitar que los ciudadanos fueran victimas de los cocheros.
Quizás por un motivo parecido, donde el peatón más alejado de la acera, sea el peatón más protegido de un cochero loco?
En fin, una reflexión ....
Saludos.
Anónimo conocido.
Son planteamientos proteccionistas hacia la mujer. No son descartables, pero para que se den, deben ser aceptados por los dos. Quizá yo, mujer, prefiera ceder mi asiento a un hombre que sentarme en él, en el asiento.
Pero lo cierto (hoy me voy a salir de mi tono habitual) es que cuesta mucho cambiar el chip. Yo al menos reconozco que me gustan los gestos de caballero, que me dejen su chaqueta, que me dejen pasar antes, que me protejan de alguna manera... Intento darle la vuelta por militancia (bueno, lo de la chaqueta es complicado) pero cuesta. A mí al menos me han metido muy dentro el espíritu de princesita.
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