Hay chistes que tienen poca gracia o, incluso, ninguna.
Son esos chistes que inciden directamente sobre la parte más sensible de
nuestro ser, que ridiculizan valores preservados por otros, sobre
cuestiones que hacen referencia al sometimiento de una parte de la
sociedad a los privilegios de una clase o incluso a su dominación...
Que nos hagan gracia o no depende de nuestra idiosincrasia y ésta de un
conjunto de vivencias positivas o no. Los hay de muchos tipos:
Machistas –“No quiero una novia diésel, porque chupa poco”–; racistas
–“¿Qué es un negro en la nieve?”. “Un blanco perfecto”–; homófobos
–“Vivan el vino y las mujeres”. “Es que soy gay”. “Pues vivan la Shandy
y las mujeres”–; contra determinadas etnias –“Esta noche en ‘Cuarto
milenio’ contaremos con el testimonio de un ciudadano que asegura haber
visto a un gitano en urgencias esperando solo” –; contra ciertas
nacionalidades –“¿Cómo se inventó el hilo de cobre?”. “Dos catalanes
tirando de una moneda de dos céntimos” –. Seguir leyendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario