En la dedicatoria escribió: "A Lucía, la imprevisible, con mi cariño escondido de siempre".
Una amiga me lo pidió para leerlo y al devolvérmelo me reprochó insolencia por haber hecho correcciones con rotulador negro en 30 de sus páginas. Se confundía: las correcciones eran del propio Ramiro. Son pequeñas: una letra que sobra aquí, otra que falta allí. A veces, mete unas palabras:
En ésta, cambia dos vocales:
La primera edición, dice:
"Doña Toda Garzea se enderezó unos centímetros con un rumor de carne.
-Te has dejado engañar por el agote. De treinta y nueve hijos me ha quedado el más tonto. Además, en esta familia dan mejor resultado las hembras. Tú tenías que haber sido hembra, como tu madre".
Con la corrección queda así:
"Tú tenías que haber sido hombre, como tu madre".Una genialidad.
En 2010, cuando Ramiro me dijo que Tusquets reeditaría el texto, le comenté que yo tenía un ejemplar con correcciones de su puño y letra. No entendía cómo podía habérmelo regalado. "Lo hiciste -le dije- porque me lo dedicaste...". Quiso que se lo dejara para corregirlo y aviesamente le hice fotocopias de las páginas.
Unas semanas después, me aseguró que curiosamente las correcciones que le entregué coincidían con las que ya había hecho.
Este no es el mayor tesoro que guardo de Ramiro, a pesar que ese libro tiene mucho valor para mí. Y lo tiene, pero no por las correcciones, sino por ese cariño escondido que ya asoma en 1981.
'¡Recuerda, oh, recuerda' pertenece al volumen 'Los cuentos', de Tusquets.
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