«—Acabas, Sócrates —exclamó—, de
fabricar, como un hábil escultor, perfectos hombres de Estado.
—Di también mujeres, mi querido Glaucon
—dije yo—, porque no creas que haya hablado yo más bien de hombres que de
mujeres, siempre que estén dotadas de una aptitud conveniente.
—Así debe ser, puesto que en nuestro
sistema es preciso que todo sea común entre los dos sexos —dijo.»
Platón. La república o el estado.
Espasa, p. 135
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