También he notado que en el momento que se les pone a reflexionar sobre el tratamiento de esta violencia en los medios, les da un aquel y extreman las cautelas sobre el tratamiento. Pero lo sorprendente es que las llevan mucho más allá de lo razonable, de modo que hasta incurren en contradicciones o en relatos faltos de coherencia.
Ayer, sin ir más lejos, el Gabinete de Prensa del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad difundió una nota titulada: 'Ana Mato condena el último asesinato por violencia de género, cometido en Ferrol (A Coruña)'. La puedes leer íntegra aquí. Ana Mato es la ministra.
Impresionante la prisa que se dio la ministra en su condena. El asesinato se había producido el viernes 21 de diciembre. A los cargos públicos del PP los problemas siempre les pillan a desmano: Rajoy estaba cazando cuando lo del Prestige; Botella, en un spa cuando lo de del Madrid Arena; Mato, entregada a las Navidades cuando se produjo este asesinato.
El primer párrafo de la nota dice: "La ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato, ha condenado hoy el último crimen por violencia de género. Se trata del asesinato de una mujer española de 42 años en la localidad de Ferrol (A Coruña), cometido el pasado viernes, 21 de diciembre, presuntamente por su ex marido, también español de 47 años. El presunto agresor se suicidó tras cometer el crimen" (El resalte en negrita es mío).
Hay fichas incompatibles: si hay un asesinato, para que pueda ser tratado como violencia de género, la ley establece que debe mediar relación sentimental presente o pasada. O sea, el presunto ya empieza a estorbar en relato. La locura llega cuando escriben que el presunto agresor se suicidó. Analicemos esto despacio: se mantiene la presunción de inocencia del exmarido sobre el asesinato, pero no sobre el suicidio. Es decir es presunto cuando habla de que la mato a ella, genera esa duda. Sin embargo, da por hecho que se suicidó.
Por cierto, desde la última modificación, debemos escribir exmarido, todo junto. También llama la atención imprecisión de los datos, la falta de prurito por construir un relato riguroso y que muestre una auténtica preocupación por la violencia que sufren las mujeres. Yo no he podido obtener el dato de quién era esa mujer, de cuál era su nombre de pila. Para el Ministerio solamente es la víctima número 46 de este año, una cifra sin cara ni nombre.
Todo lo anterior me llama poderosamente la atención. Intuyo que no empatizan con las víctimas, que no las defienden a ultranza, que finalmente no creen que este sea un delito contra el que deban luchar y hacerlo con convicción. Se abusa de la fórmula que llama 'presunto' al maltratador que ha llegado a asesinar. Se usa erróneamente incluso en los casos en que se autoinculpa. Es decir, percibo el eco muy ensordecido de que ese hombre que maltrata no es tan culpable y no se desea presentarlo como tal. ¿Qué esperábamos de un sistema patriarcal?
La información me llegó vía
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