«Yo también he aprendido que es necesario utilizar las palabras con la mayor precisión posible para que adquieran valor. […] porque nada es más difícil que expresarnos de manera inequívoca, sobre todo si sabemos que nuestras palabras son definitivas…».
MÁRAI, Sándor. La amante de Bolzano. Barcelona, Salamandra, 2005, p. 167
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