Las entrevistas son un duelo coreográfico en el que la labor del profesional debe concentrarse en lograr que la persona entrevistada dé los mejores pasos del modo más armónico, de forma que quien lee la pieza centre tanto su atención en las respuestas que, finalmente, olvide que para esa danza se necesitan dos personas, que el trabajo periodístico pase inadvertido.
Es obvio que el mejor profesional puede topar con alguien que nada tenga que decir (En ese caso, cabría preguntarse por qué se hace la entrevista) o que una persona brillante tope con un profesional mediocre que, aún extrayéndole ideas de gran interés, las descarte en el momento de la transcripción.
En prensa, la firma marca una frontera: lo que está sobre ella es responsabilidad del medio; bajo ella, del autor.
El titular de arriba es de una entrevista que hoy publica El País. Es un titular llamativo, no cabe duda. Quizá, incluso, sea un titular provocativo. Pero eso ya es juicio de intenciones. El caso es que es comprensible que algunas feministas reaccionen muy eléctricamente. Quienes no nos hemos quedado en el titular hemos podido leer en la entrevista frases que podrían haber servido igualmente y que además habrían dado una idea muy certera de quién es Úrsula Corberó. Por ejemplo, de aquí se podían haber sacado titulares:
“Me dio bastante pena porque si esas declaraciones las llega a hacer un
hombre no hubieran sido para tanto. De quien recibí más críticas fue de
las mujeres. Y eso me dolió. Al final las más machistas son las mujeres.
Es impresionante. En vez de pensar: ‘Somos almas libres, cada uno que
haga con su vida y con su sexualidad lo que quiera’, en cuanto
pronuncias ‘follar’ ya es ‘¡guauuuu!’. Ojalá la gente follara más. Y,
además, las que lo desmintieron fueron las mujeres. Los chicos de Física o química
en ningún momento salieron a decir: ‘Eso no es así, eso no es verdad’.
Pero las chicas tuvieron pudor de que alguien pensara que ellas
follaban”.
Bastaba que el periodista interviniera para que ella tuviera que desarrollar la idea de la distinta reacción de compañeros y compañeras y el baile fuera completamente distinto a la impresión de que las mujeres son las machistas.
Según consta, la entrevistada sí dijo el titular, pero para no estigmatizarla, hay que leer la entrevista.
Por otro lado, el periodista destaca las contradicciones: "Hay un patrón: tiende a contradecirse. Cuando se repasa la entrevista
se percibe que si se formula la misma pregunta de diferentes formas, la
respuesta suele ser distinta. Dependiendo del momento puede ser alguien
que se preocupa mucho por el futuro o una persona a quien lo que venga
le trae sin cuidado. De la misma forma en que tiene muy claro su camino
profesional, pero tropieza con que a veces hay que coger lo que le
ofrecen, un poco más tarde preferiría no tener la opción de elegir. Eso
le causa estrés, porque es una persona muy ansiosa. O no. Depende".
No sé. ¿El periodista por qué formula la misma pregunta de "diferentes formas"?, ¿por qué marea la perdiz en lugar de dar por buena la primera respuesta? Si ha sido ella quien ha dicho que 'le causa estrés, porque es una persona muy ansiosa', debería ir entrecomillado. Si no ha sido así, el periodista debería habérselo ahorrado.
Continua:
"Tampoco es tan importante. Podría alcanzar tintes dramáticos en el
caso de que se le preguntara si el cable que desactiva la bomba es el
rojo o el azul, pero en el contexto de una entrevista a una actriz
barcelonesa de 27 años, solo significa que es humana".
La absuelve. Y solo le faltaba haber escrito 'añitos'. No es tarea del periodista juzgar ni absolver, sino mostrar la realidad y dejar que sea el lector quien juzgue. Si quiere.
Hace 7 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario