7 de diciembre de 2013

Un viaje de verdad a los infiernos de verdad



Llegué a Víctor Hugo Viscarra desde el libro 'Los mercaderes del Che. Grandes hazañas de personajes minúsculos', de Álex Ayala.
Álex había sido alumno mío en la Facultad y cuando tuvo el libro editado, quiso compartirlo conmigo. Nunca se lo agradeceré lo bastante, porque es un estupendo libro periodístico y porque a través de él he sabido historias sorprendentes y muy bien narradas. Una de ellas, la de Viscarra.
Este verano me acerqué con cierto escepticismo a la librería y para mi sorpresa me dijeron que sí, que me podían conseguir el título que les había pedido: 'Borracho estaba, pero me acuerdo'.
Es una obra demoledora publicada justo un mes antes de la muerte del autor.
El pequeño Víctor Hugo comienza a vivir en las calles de La Paz con 12 años. Antes ha sufrido toda clase de maltratos de su madre. Una pelea con su madrastra lo aboca finalmente a quedar sin hogar. Lo cuenta así: "...cuando mi padre llegó de su trabajo, se armó una discusión tan violenta que tuve nomás que darle a elegir: la mujer que había traído de la cantina del Arsenal o el hijo que había recogido de la Policía. Mi madrastra se quedó y yo salí con la intención de no volver nunca más". Y unas líneas más allá: "Lo que iba conociendo a medida que caminaba por la zona, no había visto ni en mis más terribles pesadillas; me impresionó de tal manera que tuve miedo de enloquecer" (Pág. 30).

A partir de ahí comienza un viaje de verdad a los infiernos de verdad. El submundo de la ciudad, los bajísimos fondos, la miseria más cruel, las estampas más sórdidas. Es un libro duro duro duro de leer. Gentes que viven y muere en las calles, buscan el calor de tabernas infames y sucias, follan en váteres llenos de mierda, beben en jarras que nunca se limpian porque están encadenadas a las mesas para que nadie las robe, toman sopa hecha con el agua de fregar platos inmundos, se dan navajazos a sí mismos, se contagian todo tipo de enfermedades y hasta comen mierda humana. Y putas, putas de malísima vida, mujeres bellas o no que se prostituyen a veces solo para tener un camastro en qué dormir. O para caer de borrachera y no sentir el frío de la calle. Buf. Y todo es verdad. Es la biografía de Víctor Hugo Viscarra. Es el infierno con el que convivimos. Está ahí, a escasos minutos andando de nuestras cálidas viviendas.
El léxico, pura jerga, es difícil de entender, pero en las últimas páginas hay un pequeño vocabulario. Por ejemplo: ¿Qué crees que es acaycuchir, hacer acaycuchir?

El libro acaba en septiembre de 2002. Te dejo una de sus últimas frases: "No solicito ni pido comprensión a lo que expresan sus páginas. Eso sería un absurdo que ni de ebrio ni de sano lo cometería. Tan solo espero que el tiempo sea benevolente para quienes hemos vivido insertos en él" (Pág. 249).
Viscarra, Víctor Hugo. Borracho estaba, pero me acuerdo. Madrid, Mono azul ed., 2006.

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