Leo hoy en El Correo que la iglesia católica polaca culpa a los padres de las víctimas de los abusos sexuales sufridos por niños y que relaciona los casos de pederastia con los divorcios en la familia. Lo puedes leer aquí. Quien lo dice es el presidente de la Conferencia Episcopal de Polonia, Jozef Michalik, un tipejo de cuidado, que justifica la pederastia y lo hace con este argumento:
«Muchas veces oímos decir que las actitudes inapropiadas o los abusos se
manifiestan cuando el niño que busca amor se pierde a sí mismo en esa
búsqueda y arrastra a otro hombre».
Arrastra, dice. Es brutal esta insistencia de ciertos elementos por culpar a la víctima de sus propios excesos: "El niño arrastra a un hombre", al cura violador y pederasta. Es el mismo argumento que utiliza el violador: "Me provocó"; y el maltratador: "La maté porque se fue con otro y se llevó a mis hijos".
Arrastra, dice, como si los hombres fueran animales que no pueden controlar sus impulsos. Cuando un violador elige a la víctima, y la elige de entre las más débiles, está controlando muy bien sus impulsos, no es ningún animal que recibe la llamada irresistible de su naturaleza.
Uno de los grandes problemas de la iglesia católica es que quiere hacernos creer que con la confesión se redimen los delitos, que ellos llaman pecados. Las sociedades laicas se han dotado a sí mismas de juzgados y cárceles para preservarse de quienes se confiesan criminales.
Hace 7 años
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