18 de noviembre de 2020

Iñazio Arregi, un maestro

El lunes murió Iñazio Arregi, periodista, euskaltzale, jesuita...

Me gustaría enlazaros su entrada a la Wikipedia, pero no existe.

Lo conocí en los años ochenta como profesor de un curso que perfeccionamiento del euskera que seguí en la Universidad de Deusto. Habría quedado ahí, pero ahora quiero hablaros de una importante frustración. Y de pena.

El 12 de junio de 2012, después de muchos avatares, el Parlamento vasco aprobó la Ley de Creación del Colegio Vasco de Periodistas. Por cierto, lo hizo con el voto en contra del Partido Nacionalista Vasco, defendido por Luke Uribeetxebarria Apalategi, licenciado en Ciencias de la Información en 1988 por la Universidad de Navarra. "Cosas veredes, Amigo Sancho".

Su puesta en marcha fue toda una aventura no exenta de épica, pero..., por fin, en febrero de 2014, conseguimos darle forma, celebrar la asamblea y las elecciones a su junta.

Iñazio era miembro de la Asociación Vasca de Periodistas, el órgano del que emanó el Colegio. Yo era su presidenta y, tras la nueva creación, su primera decana y colegiada número uno.

Arregi, que había luchado por él y había compartido el anhelo de su creación,  también quería ser colegiado. La ley establece la obligatoriedad de poseer una licenciatura en Periodismo  o Comunicación Audiovisual para formar parte de ellos, de la misma forma que indica que no pueden ser liderados por personas que pertenezcan a eso que se llaman 'clases pasivas'. Y esto constituye una ilegalidad en una parte de los colegios del gremio, de aquellos que admiten a personas sin licenciatura.

Hablé mucho con Iñazio cuando aquello. Ni él ni yo compartíamos la injusticia de que él no pudiera integrarse. No es solo que hubiera ejercido el periodismo en tiempos fatales, sino que, mucho antes de la creación de las primeras facultades, cuando se crearon las escuelas, él formaba parte de los tribunales encargados de la acreditación.

Me lo explicaba; me decía que fue él quien tomó la decisión de que algunos pudieran ejercer... Yo me sentía con las manos atadas.

Te estoy hablando de una de las grandes frustraciones que me generó ser la primera decana. No solo eso: me produjo una pena inmensa semejante ingratitud.

Aún me la produce.

La foto es de Garaialde y la he tomado de aquí.


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