El chascarrillo es viejo. Un señor de aquellos tiempos
en que los señores tenían su dama en una torre, ejército propio y
necesidad de hacer sus propias guerras habla con uno de sus consejeros.
Tiene dudas sobre en manos de quién dejar a su esposa y su hacienda
durante el largo periodo que prevé pasará lejos de casa. El consejero
muy aviesamente le recomienda que deje su hacienda en manos de un
jesuita y a su esposa al cargo de un franciscano. Pero, ojo, le avisa,
no cometas el error de invertir los términos. Son conocidas las
habilidades de los jesuitas y la casta generosidad de los franciscanos,
los unos centrados en tareas educativas y los otros muy dados a la
mendicidad.
El sobresalto nos lo dimos este lunes:
José Quintela, franciscano de O Cebreiro, la entrada a Galicia por el
camino francés, ingresó en prisión bajo acusaciones muy poco castas.
Según informaba El País,
el resultado de las investigaciones de la Guardia Civil dan un saldo
como mínimo curioso. Pepe, como lo llaman en el pueblo, llevaba un año
manteniendo relaciones sexuales ¿consentidas? con una menor de las
cercanías, de 16 años. No solo eso. En al menos una
ocasión, un primo de ella, de 19 años, y con una discapacidad del 40 %
participó en la fiesta sexual por iniciativa del fraile. Él era
meticuloso, tanto que los investigadores llegaron a inventariar hasta
250 fotografías de los festejos sexuales. Sorprende que una buena parte
de ellas fueran del miembro de Quintela, que adornaba con objetos
caseros, frutas y dinero. Seguir leyendo.
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