"Como Marisa González Polo, la única mujer del libro -en España hay una docena- que se gana el pan enterrando cuerpos. En el cementerio municipal de Cáceres, desde hace siete años: «Con los niños lo llevo muy mal, sobre todo con los neonatos» -los sepulta en una fosa común-. «Digo yo... cómo puede ser que después de casi nueve meses en la barriga, los fetos que no llegan a término vienen al cementerio solicos, como perrillos. Es una lástima. No viene ni siquiera un cura a darle un puñetero sermón».Y entonces me da por pensar cómo es posible que la iglesia católica permita esos enterramientos sin rito alguno y a la vez considere el aborto un asesinato de un ser con alma.
En la foto, de Jesús Pozo, Marisa González Polo. Puedes leer aquí el reportaje completo.
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